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La protagonista de 2012

María Elvira Bonilla
25 de diciembre de 2011 - 04:50 p. m.

Termina el año con una gran protagonista: la naturaleza, que tomó la forma de un invierno prolongado, incontenible.

El agua con su fuerza arrasadora recuperando sus cauces extraviados por la terquedad omnipotente de los hombres. Pero allí está la naturaleza pasando su cuenta de cobro frente a los daños acumulados por décadas y décadas que tomó forma en el llamado calentamiento global. Una amenaza de la que oímos hablar, los legos en el tema, por primera vez y de manera consistente hace unos años al expresidente Al Gore a través del documental con el que recorrió el mundo. Como un profeta advertía la catástrofe, y de allí el Premio Nobel con el que fue galardonado, que llegó a Colombia con toda su fuerza cinco años después. Somos el tercer país del mundo con mayor riesgo por el cambio climático.

La ayuda humanitaria del Gobierno en mitad de la emergencia es sólo una respuesta coyuntural. Esta crisis se convertirá en una oportunidad de desarrollo, cuando se vean los resultados del fondo de adaptación (al cambio climático) encargado de la billonaria inversión proveniente de la venta del 5% de las acciones de Ecopetrol, que orientada a la adecuación de la infraestructura del país, la reconstrucción de distritos de riego, jarillones y la reubicación de poblaciones y actividades productivas.

Con la creación del Ministerio del Medio Ambiente ya se subsanó el error garrafal del presidente Uribe, que como buen ganadero, era sordo y ciego frente al tema ambiental, al haber subordinado la autoridad ambiental al Ministerio de Vivienda. Resultaba increíble que en medio de la crisis ambiental y con la avalancha de la minería y su voracidad extractiva no existiera un ministerio con dientes para regular e impedir la destrucción de la naturaleza. Pero así son nuestros gobernantes: miopes a la hora de pensar el futuro.

Como ocurrió también con las corporaciones regionales, que se convirtieron en el banquete burocrático de los poderes departamentales, de espaldas a la vocación para lo que fueron concebidas hace cincuenta años, en la que primaba una visión territorial. La primera de ellas, producto de la visión estratégica de su creador Lauchlin Currie, la CVC —Corporación Cauca, Valle y Caldas— nació para regular el desarrollo alrededor de la cuenca alta del río Cauca y fue ejemplo hasta que se transformó como todas las que nacieron en los años 90 en entidades de corte departamental, presas de las ambiciones politiqueras. La reforma constitucional que urge para reorganizarlas debería seguir el mismo espíritu de la Ley de regalías y responder a las realidades de la geografía por encima de los intereses político-locales. Un esfuerzo necesario frente a una amenaza que es global y que exige acciones decisivas para evitar el cambio climático que causará estragos en el planeta.

Queda poco tiempo para limitar los daños. Las advertencias son catastróficas: el ascenso de la temperatura en dos grados centígrados secaría los continentes y convertiría tierras de cultivo en desiertos. Podrían extinguirse la mitad de todas las especies, millones de personas se verían desplazadas y el mar inundaría países enteros. Y las lluvias no cesarán. Ha llegado la hora de actuar. Y a conciencia.
 

 

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