La tragedia del St. Louis

Aura Lucía Mera
17 de abril de 2017 - 09:00 p. m.

Gracias al escritor cubano Armando Lucas Correa por habernos develado, a través de su libro La niña alemana, la tenebrosa tragedia del barco St. Louis que zarpó en 1939 de Hamburgo con 900 pasajeros judíos que buscaban una nueva vida fuera de la Alemania maldita de Hitler, con destino a Cuba, y la traición imperdonable del presidente cubano Federico Laredo Bru, quien prohibió a última hora desembarcar los pasajeros, obligando, después de días de angustiosa espera, al capitán Gustav Schroder a continuar rumbo a Estados Unidos y Canadá, países que también se negaron a permitir la entrada de estas familias, obligándolas a retornar a Europa, donde Inglaterra, Francia y Bélgica les dieron acogida, aunque muchos fueron víctimas del Holocausto.

Lo más vergonzante de esta historia es la desaparición en Cuba de todos los documentos sobre este hecho inhumano en el Archivo Nacional, la negación absoluta de hablar sobre el tema, la retención de 100 libros de esta novela en La Habana y la prohibición de su presentación en la Feria del Libro de La Habana.

Armando Lucas Correa vive en Nueva York y lleva más de 17 años exilado. Logró entrar a Cuba como parte del grupo de editores de Estados Unidos y pudo, a pesar de la prohibición de permitir su libro en la isla, hacer una presentación en el Centro Hebreo Sefardí de La Habana, en el pequeño museo sobre el Holocausto.

El 6 de mayo, La niña alemana será lanzada en la Feria del Libro en Bogotá, aunque ya lleva cuatro ediciones en Latinoamérica. Leo el pasado domingo en Gaceta de El País de Cali un reportaje al autor en que relata cómo su abuela fue testigo de esta barbarie y de sus palabras: “Esta isla pagará con 100 años de desgracia lo que les hizo a esas personas”.

Leí el libro hace poco. Sobrecogedor. Una novela basada en este hecho histórico, trágico, vergonzoso. Ni Cuba, ni Estados Unidos, ni Canadá podrán justificar jamás el haber rechazado a estos seres inocentes para devolverlos a una muerte anunciada y al abandono. Lucas Correa habló con algunos sobrevivientes que lograron rehacer sus vidas en otros países.

Este libro es una bofetada a ver si despertamos la conciencia. Porque la historia se sigue repitiendo. Países que rechazan inmigrantes desesperados que buscan una nueva oportunidad de vida y están condenados al hacinamiento en campos de refugiados o a naufragar en el mar.

Sin dolientes. Como afirma el escritor: “es fácil culpar a Hitler del Holocausto, pero el resto del mundo hizo oídos sordos cuando estaban exterminando a los judíos, a los comunistas, a los gitanos... de alguna manera el St. Louis son historias sobre la diáspora, sobre la necesidad de abandonar tu país para sobrevivir, sobre las dictaduras, sobre el miedo”.

Posdata: Y para no ir más lejos... Siria, África, Irán, Yemen... aquí no más, Colombia: ¿cuántos desaparecidos? ¿Cuántas fosas comunes? ¿Cuántas ladrilleras-crematorios? ¿Cuántos desplazados no bienvenidos en otras ciudades? ¿Y así y todo no queremos la paz? ¿Hasta cuándo? ¿Jamás hemos pensado que a nuestros hijos o nietos les tocará huir algún día? ¿Quién los acogerá? ¿Serán considerados desechables? ¡Reflexionemos!

Por ahora, la demencia de Trump, Putin, el norcoreano, los misiles, los vemos lejos y en televisión, pero el mundo es redondo y formamos parte de él.

 

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