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La transferencia inequitativa de Ecopetrol

Eduardo Sarmiento
07 de noviembre de 2007 - 04:41 p. m.

En los meses pasados se realizó la venta del 10% de Ecopetrol. La operación plantea dos preguntas que no han sido respondidas: ¿Es necesario privatizar Ecopetrol para realizar las inversiones requeridas para el sector de hidrocarburos? ¿La venta de la empresa corresponde al valor real, y a quiénes favorece?

En un reciente foro de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet) tuve la oportunidad de responder estas preguntas en compañía del presidente de Ecopetrol y debatirlas abiertamente. A continuación resumo algunos de los planteamientos que presenté en el certamen:

En las exposiciones oficiales, la privatización de Ecopetrol se justifica como una manera de realizar inversiones por US$2.500 millones anuales en los próximos años. Curiosamente, en los balances de la empresa de los últimos años se muestra que las utilidades antes de impuestos (Ebitda) son superiores a esa cifra y en este año probablemente llegarán a US$4.000 millones. Si a esto se agrega que la empresa tiene TES por miles de millones de dólares, el argumento se cae por su propio peso. Basta sumar y restar para advertir que una empresa que muestra esas utilidades y esos activos líquidos, no necesita ser vendida para financiar su expansión.

El procedimiento usual para valorar una empresa consiste en estimar la utilidad antes de impuestos (Ebitda) y dividirla por la rentabilidad promedio de las empresas competidoras o similares. En cierta forma, se presupone un mundo donde las rentabilidades del capital tienden a igualarse por la competencia. La Ebitda puede calcularse con base en estudios sobre la estructura de producción y ventas de la empresa o con el análisis de la evolución de balances de los últimos años. Al parecer, los bancos de inversión emplearon una combinación de las dos técnicas y encontraron un estimativo alrededor de US$4.200 millones anuales. Por lo demás, como la rentabilidad de las empresas competidoras antes de impuestos es alrededor de 15% y después de impuestos de 9%, el valor de mercado de la empresa resulta cerca de US$28.000 millones. Si este número se multiplica por una tasa de cambio de $2.000 por dólar, se llegaría a un estimativo en pesos de $56 billones, que corresponden al valor que sirvió de referencia para la venta del primer 10%.

La mayor dificultad con el ejercicio es que está basado en un sistema en el que los parámetros se determinan por la competencia de los participantes. Supuestamente, ninguna unidad está en condiciones de influir el Ebitda, lo cual es totalmente falso. En el caso de Ecopetrol, que dispone de claros poderes monopólicos y enfrenta una demanda inelástica, el organismo está en capacidad de fijar los precios de los combustibles y establecer unilateralmente los márgenes de ganancia. Los agentes privados que adquieren la empresa, en congruencia con las autoridades petroleras, están en condiciones de aumentar el precio de las acciones y colocar la cotización por encima del valor asignado por el Gobierno. De seguro, el valor final resultará muy superior al estimativo de los bancos de inversión.

Lo anterior se reafirma con la valoración de las reservas. Las reservas certificadas de país se estiman en 1.500 millones de barriles y la parte perteneciente a Ecopetrol en 900 millones. Si adicionalmente se tiene en cuenta que los costos de extracción son de US$15 por barril, que el 15% de las reservas se quedan en el suelo o son de mala calidad y que la cotización externa está alrededor de US$90, se arribaría a un precio de contabilización de entre los US$50 y US$65. En tales condiciones, se podría hablar de un valor mínimo de la empresa de US$45.000 millones, que supera en más de 50% el valor que sirvió de base para la privatización.

¿Entonces por qué se vende la empresa? La principal razón esta inspirada en el fundamentalismo neoliberal de que la presencia del sector privado y el lucro individual aumentan la eficiencia y la competitividad. Se persiste en el modelo predominante de los últimos años en que se pretendió desarrollar la actividad petrolera con estímulos económicos, como la agencia de hidrocarburos, el abandono de los contratos de asociación, el alza de los precios internos y la eliminación de los subsidios a los combustibles. Ahora se ha venido a ver que el desmonte del personal de ingenieros y trabajadores especializados compensó los estímulos financieros y resultó en el desplome de la actividad exploratoria y sísmica. Por eso, en los últimos doce años no se han logrado los grandes descubrimientos del pasado.

En fin, la privatización de Ecopetrol no es necesaria para realizar las inversiones previstas y el valor de la venta de las acciones resulta inferior al costo de oportunidad (valor real). Es la típica decisión ideológica que, en aras de una supuesta eficiencia, lesiona el interés nacional, trasladando el patrimonio petrolero de todos los colombianos, en un principio, a una reducida cúpula de inversionistas nacionales, y a la larga, a las multinacionales.

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