La tributación en América Latina*

Salomón Kalmanovitz
16 de abril de 2017 - 09:00 p. m.

¿Sabe cuál es el país de América Latina y del Caribe con la carga tributaria más pesada? Cuba, con casi el 39 % del PIB, a pesar de que la producción, con pocas excepciones, está estatizada. Venezuela, supuestamente bajo el socialismo del siglo XXI y donde el petróleo estatal es rey, tributa 21 % de su PIB, en su mayoría impuestos al consumo del pueblo, bastante similar a Colombia neoliberal, que lo hace con 20,8 %. Chile, que tiene el Estado más fuerte y menos corrupto del continente, tributa 20,6 % de su PIB. Argentina y Brasil cuentan con una carga tributaria que ronda el 32 % del PIB, que no asignan de la mejor manera.

América Latina recaudó en 2015 casi 23 % del PIB en promedio, 11 % menos que los países de la OCDE, lo cual es reflejo de un menor desarrollo económico y regímenes políticos poco democráticos. Los países del Caribe colonizados por Inglaterra u Holanda tienen impuestos más elevados que los de colonización española, aunque Bahamas, que es paraíso fiscal, recauda menos. Panamá es uno de los coleros en tributación, con sólo 16 % de su PIB, por obvias razones.

En los años 80, el recaudo por impuestos de la región era de 14 % del PIB y los gobiernos se financiaban en gran medida por emisión monetaria, lo que conducía a altas inflaciones y a la inestabilidad macroeconómica. En Colombia, el banco central emitió a favor del Gobierno hasta 6 % del PIB y los legisladores aprovecharon la bonanza de papel moneda para eliminar el impuesto a los dividendos en 1986. Más adelante, les correspondió a todos los países volverse más serios y financiarse con impuestos a las ventas, a la renta y mediante contribuciones a la seguridad social. Esa es la razón para que hayan duplicado su tributación durante el período 1990-2015.

Los impuestos que más se elevaron en la región entre 1990 y 2015 fueron los que recaían sobre el consumo: el IVA pasó de 2,4 % al 6 % del PIB y se tornó en el ingreso mayor de los gobiernos. En Colombia, el IVA en 2015 representó el 38 % del recaudo, el impuesto a la renta el 30 %, pagado casi exclusivamente por empresas, y las contribuciones a la seguridad social un 10 %, lo cual encarece las nóminas. Esa estructura agravó la desigualdad del país, haciendo que la distribución empeorara después de impuestos y gasto público. En los países de la OCDE, las personas naturales pagan el grueso de los impuestos a la renta y las empresas pagan menos que sus dueños; en Europa también las contribuciones a la seguridad social son menores, porque se financian con impuestos a la renta y no generan tanto desempleo e informalidad como en Colombia.

Una de las consecuencias de la elección de alcaldes y del fortalecimiento fiscal de los municipios en Colombia fue un importante aumento de los impuestos locales que dinamizaron la vida política de las grandes ciudades. Sus alcaldes se encargaron de universalizar los catastros y mantenerlos actualizados, con lo cual los impuestos locales superaron el 11 % del recaudo tributario total, uno de los más elevados de la región. No obstante, más de mil municipios no pueden cobrar los impuestos prediales a las grandes haciendas que los rodean, perpetuando así su subdesarrollo y su pobreza. Los impuestos son factor de progreso cuando se utilizan eficientemente, como en Chile, y de redistribución de la riqueza cuando las coaliciones progresistas ganan las elecciones.

* OCDE, Estadísticas tributarias de América Latina y el Caribe, 2017.

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