La violencia machista

Catalina Ruiz-Navarro
27 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Ricardo Enrique González mató a sus dos hijas de diez y 15 años y casi logra matar con 26 puñaladas a su esposa, Luz Stella Forero Gómez, quien vivió a su lado una macabra historia de maltrato que incluyó hasta violencia sexual. Mientras González se portaba como un ciudadano ejemplar, sus hijas y su esposa dormían en una misma cama para protegerse de su agresor. Hubo tres denuncias de violencia intrafamiliar que no fueron tomadas en cuenta, a pesar de que Medicina Legal ha dicho varias veces que la violencia intrafamiliar, especialmente contra las mujeres, suele escalar hasta el feminicidio.

Hoy la justicia le vuelve a fallar a Forero, pues a pesar de que su agresor fue condenado a 45 años de cárcel su defensa apeló, y hoy, tras solo pagar seis años de condena, está a punto de salir libre. Como no se ha fallado la apelación, González puede beneficiarse de una nueva ley que para desocupar las cárceles regula la detención preventiva y le da vigencia máximo de un año. La defensa argumenta que los feminicidios fueron fruto de una “demencia temporal”, aunque Forero señala que dicha demencia “le duró lo suficiente para afilar el cuchillo homicida, así como esconder las llaves de la casa”.

Forero tuvo que seguir soportando llamadas de González, desde la cárcel, para decirle que lo perdonara y que volviera con él. Por eso no es raro que hoy Forero esté asustada, pensando en salir del país (cómo estará de mal la cosa que está pensando en irse a Venezuela) y dice algo muy cierto: con la salida en libertad de su agresor, es ella quien tendrá “casa por cárcel”. “Así no me mate, me destruiría la vida porque no podríamos estar tranquilos. Desde que yo supe de esto, permanezco asustada, muerta del miedo en la casa, escucho cualquier carro y pienso que es él, que llegó”, afirma Forero. Y si bien la procuradora 12 judicial penal de Manizales, Marcela Ramírez, solicitó a la Fiscalía medidas de protección, Forero tiene razón en que “eso no es cuestión de que le pongan a uno un policía al lado”.

Los feminicidios y sus absurdas justificaciones sociales siempre nos dejan una pregunta cruel: ¿por qué una mujer es asaltada, abusada, golpeada y finalmente asesinada por un hombre que dice amarla intensa y apasionadamente? El feminicidio siempre ha sido parte de un patrón estructural; sí, a veces hay patologías en los agresores, pero lo grave de la violencia contra las mujeres es que nace de un contexto social, político y legal. Por ejemplo, las muertes de Sofía y Natalia (hijas de Forero) se habrían podido evitar con solo hacer caso a las denuncias de violencia intrafamiliar. La mayoría de los feminicidios podrían ser perfectamente evitables si fuéramos capaces de tomar en serio las alertas rojas de violencia.

Usualmente definimos el feminicidio como el asesinato de una mujer por ser mujer, pero esto no es tan sencillo, el móvil no es que “ella sea mujer” sino que no quiere ser esa mujer que la sociedad y que su pareja exigen y esto se castiga con violencia e incluso con la muerte. Por eso no hace falta una patología para cometer un feminicidio, a veces basta con la creencia de que la mujer es una pertenencia. Por eso, los feminicidios suelen ocurrir con mayor frecuencia en contextos en donde las mujeres encuentran obstáculos considerables para acceder a posiciones de poder o donde les es difícil adquirir independencia económica y participación política (y por eso Latinoamérica es de las regiones con tasas más altas de violencia machista). El hombre feminicida está respondiendo a su incapacidad (abonada por la sociedad) de reconocer a la mujer como un individuo que puede tomar sus propias decisiones y afirmar su independencia (muchas veces terminando la relación). Por eso es que el culmen de la violencia de González hacia su familia llegó cuando Forero finalmente le pidió el divorcio.

Pero a pesar de eso, nuestra primera reacción ante la violencia de pareja es revictimizar a la mujer y decir “qué pendeja, ¿por qué no lo deja?”. Es una pregunta retórica porque sabemos la respuesta y no queremos verla: porque las matan, por eso no los dejan.

@Catalinapordios

 

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