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Las sanciones contra Irán

Hernán González Rodríguez
06 de febrero de 2012 - 03:46 p. m.

Irán está enfrentando sanciones de severidad sin precedentes, consistentes, como es sabido, en suspenderle a mediados del 2012 la compra de su petróleo y las transacciones de éste por intermedio del banco central iraní.

Estas sanciones han sido aprobadas ya por Estados Unidos y la Unión Europea, consumidoras de la quinta parte de las exportaciones de petróleo de Irán. Si Japón y Corea del Sur también participaran, se afectaría en teoría el 40% aproximadamente de todas las exportaciones iraníes.

La prensa mundial está muy preocupada por estas sanciones, porque podrían ellas desatar una guerra de grandes proporciones, involucrar a los Estados Unidos, y terminar en tablas como en Vietnam, Irak y Afganistán.

The Economist de Londres aduce que tras 30 años de sanciones fracasadas, Irán no ha desistido de su propósito de fabricar armas nucleares y que el tema se ha tornado político por culpa de la campaña presidencial estadounidense, ya que los candidatos Republicanos están aprovechando el  embeleco iraní para culpar a Obama de débil.

No parecen haber caído los Republicanos en la cuenta de que las sanciones las aprovecharán los chinos y otros países quienes importarán petróleo iraní con el fin de revenderlo. Que las economías frágiles de Europa y América se afectarán al disminuirse la oferta iraní y, en consecuencia, los precios se elevarían para los consumidores en beneficio de los iraníes.

Los más optimistas esperan que tras las sanciones se les abra una puerta a las negociaciones. Que no es cierto que las centrífugas iraníes para concentrar el uranio se encuentren listas para fabricar cabezas nucleares este año, todavía tardarán algo más. Se espera que los científicos asesinados en Irán recientemente, presumiblemente por Israel o por otras agencias occidentales, bien puedan llegar a retrasarles los programas aludidos.

Irán amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz.  Estados Unidos reaccionó y les parqueó allí un portaviones, el Abraham Lincoln, e Irán retrocedió calladamente. Algunos diarios importantes consideran que este alarde fallido le revela al mundo un régimen teocrático bajo presiones. Un régimen para el cual todo se puede sacrificar en pos de asumir un liderazgo imposible en la región, como antaño.

La población, entre tanto, se queja de una inflación del 23%, de un desempleo elevado,  cercano al 14%, de una inseguridad creciente y de los abusos de la teocracia contra la oposición.

No se avizoran posibilidades de cambio, porque los dos partidos políticos que funcionan, los conservadores y los reformistas, pueden existir solamente porque aceptaron de antemano el régimen religioso que impera. Ambos partidos como que provienen de una división cuidadosamente diseñada de un partido islamista que predominaba. Esta farsa se realizó con el fin de aparentar una democracia en cabeza del amigo de Hugo Chávez.

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