A liderar con el ejemplo

Felipe Jánica
31 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Las críticas se han convertido en el pan de cada día. No existe encuentro laboral, familiar o tertuliar en el que no se escuchen críticas, lo peor es que se critica todo. Es cierto que escuchar y opinar sobre algo o alguien no deja de ser vicioso. Es más tomar partido sobre un punto de vista resulta motivante y en algunos casos exacerba los egos. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Ojalá que todas esas energías se concentraran en construir en lugar de destruir.

Convencido estoy que liderar con el ejemplo es parte de la solución a muchos de los problemas familiares, empresariales y de la sociedad. Si es así, lo que hay que identificar quiénes son los líderes y, de alguna manera, persuadirlos a que tomen posiciones en pro de la búsqueda de las causas raíces de los problemas y consecuentemente su solución. El asunto es que los líderes somos todos. Es por esto que en lugar de buscar las causas superficiales de los problemas y estancarnos en quiénes fueron los culpables o buscar justificaciones de los problemas, debemos tomar acciones conducentes a solucionar de fondo los asuntos que nos inquietan. Es que la superficialidad con la que se atacan los problemas es asunto no de un líder sino que un grupo en los que en la mayoría de los casos casi nadie se atreve a pensar lo contrario. La función de un verdadero líder es encontrar y escuchar a quien piense lo contrario, quizá esa persona es quien esté encontrando con la solución correcta.

En cualquier grupo o colectivo siempre hay asuntos que nos desvían o nos roban la energía. Muchos de ellos no son por la cultura de las empresas o de las organizaciones, sino por la forma de actuar de cada individuo integrante de ese colectivo. La energía y tiempo que se consume en frivolidades y reuniones de pasillo es casi que inmensurable. Lo cierto del caso es que es mucha y con ello se desvía o se consume mucha energía en asuntos que no son ni siquiera importantes para cada individuo y mucho menos para una organización (familia, empresa, sociedad). La tarea de cada quien es precisamente evitar el consumo de energía y desvío de atención en asuntos que no son importantes ni para la organización ni para uno.

Tratar de cambiar una cultura colectiva es tan utópico como querer conquistar en el universo de manera individual. Así las cosas, es necesario que cada integrante de un equipo genere autoconfianza y esté de acuerdo con los objetivos grupales. Para lograrlo la labor del líder o de los líderes es persuadir a cada individuo acerca de las bondades de los objetivos de corto, mediano y largo plazo. En la medida que cada individuo esté alineado con los objetivos, mejores serán los resultados colectivos y mejor cultura empresarial o colectiva se logra. 

Así las cosas, la mejor forma de enfocar la atención en lo que realmente es importante es labor del líder. Estoy convencido que todos somos líderes, unos más que otros, pero finalmente todo ciudadano tiene una posición de liderazgo que debe aprovechar para conducir a sus liderados en pro de una cultura positiva y transformadora. Seguir por la senda de las críticas o generar opiniones acerca de algo o alguien sin aportar soluciones, no sólo consume energía sino que los resultados son estériles. Más bien enfocar las energías en lo que realmente nos aporte individual y colectivamente es quizá la tarea que nos tenemos que poner día a día.

Liderar con el ejemplo es la labor que debemos procurar día a día. Ésta no es la función de alguien o de un grupo de personas que dirigen una organización. Es función de cada quien. Si cambiamos la manera de pensar y de focalizar nuestras energías, estaremos encontrando el líder que siempre hemos sido.

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