Liderazgo mundial

Luis Carlos Vélez
03 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Escribo esta columna desde San Petersburgo. Es mi día número 20 en esta nación y hemos recorrido las cuatro ciudades que fueron sede de la Copa Confederaciones. Nunca había venido a Rusia y conocía muy poco sobre este país, aunque recientemente debido a la situación política en EE. UU. había sido bombardeado de noticias que llegan desde acá o que tienen como protagonista a alguien de acá. En la postrimerías de mi recorrido comparto que mi conclusión de este viaje es: preocupación.

Hablando con locales, expertos, analistas y tratando de seguir la prensa, es claro que mientras EE. UU. está hipnotizado en su novela presidencial y metido de cabeza en el reality que el presidente Trump mantiene con la prensa, Rusia está dedicado a crecer y defender su influencia regional y global.

Vale la pena echar un vistazo a la prensa nacional. Mientras los titulares de la semana pasada en Moscú se centraban en nuevas encuestas sobre el liderazgo de Putin en el mundo, investigaciones sobre hackers y emprendedores que enfrentan al gobierno para mantener internet libre y la batalla al cibernarcotráfico, la nueva manera en que los expendedores de droga venden su producto usando mercados virtuales y canales de distribución silenciosos y futuristas; en EE. UU. sólo se hablaba de la manera en que Trump llamaba estúpido a un presentador de noticias y se burlaba del aspecto físico de su compañera al aire, que al mismo tiempo es su esposa. Es decir, mientras Rusia se preocupa del mundo, en EE. UU. estamos enterrados en la basura.

Lo anterior no es un tema menor. Llevo viviendo casi la mitad de mi vida en este país y nunca lo he visto tan alejado de la realidad global y de los temas que marcan el presente y que seguramente seguirán dibujando el futuro del planeta. Son estos años en que Washington peligrosamente está perdiendo su atención, energía, influencia y poder en temas propios de las revistas de chismes y los foros de insultos de Twitter y no de los verdaderos círculos de influencia global.

El efecto a largo plazo de estos años pueden ser devastadores. Rusia sabe que está pasando y le está sacando provecho. De hecho, ya parados acá, hace mucho sentido para Moscú tener un presidente y una prensa estadounidense preocupados en las pequeñas cosas, mientras en el Kremllin trabajan a todo vapor. Puesto en otras palabras: Estados Unidos es la liebre de la fábula que es sobrepasada por la tortuga, y en este caso los rusos claramente escogieron a la perezosa, egocéntrica e ignorante liebre.

***

Entretanto. Mientras en el mundo las potencias juegan el ajedrez para tener más influencia y generar cambio, está claro que América Latina no tiene nadie que la encabece. La tragedia que vive Venezuela y la ausencia de una nación que sea capaz de liderar a la región para empujar serias medidas contra el gobierno de Maduro deja claro que nuestro continente es uno acéfalo. Esto sumado a que mientras EE. UU., ahora más que nunca, está embelesado con su propia imagen deforme y caricaturesca en el espejo, el Tío Sam no tiene con qué marcar el camino para la región. Termino como empecé, diciendo: preocupante, muy preocupante.

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