Llegó la hora

Hernán Peláez Restrepo
05 de septiembre de 2017 - 03:00 a. m.

En Barranquilla, delante de Brasil, nuestra selección sabe la importancia de conseguir puntos, porque es evidente que el empate instalado como resultado preferencial por estos días en el grupo de Pékerman resultaría de buena aceptación. Sin embargo, en el fútbol van quedando axiomas. Siempre que algún equipo salió a empatar terminó generalmente perdiendo. Cosa diferente si uno aprecia a la selección entrando a plantar cara a los líderes de la eliminatoria.

Quien no arriesga, no gana. Claro, de casualidad también se logran beneficios.

Colombia en esta jornada doble está como en una hamaca, sometida al vaivén. Viene de empatar con Venezuela, última en el escalafón, y ahora choca con el líder. Brasil, con el cupo en el bolsillo, determinado por los 36 puntos que tiene y con motivación especial, nueve partidos ganados consecutivamente, va a exigir de los nuestros.

Necesitamos concentración en el partido. Nada de complejos y ansiedad, para, quién quita, arrimarse a 28 puntos.

Tite y sus ideas devolvieron a Brasil la alegría de jugar, como por tradición casi siempre lo hicieron, dejando en el pasado los esquemas de Dunga.

Después de sufrir en San Cristóbal, Pékerman debe dar oportunidad a James, que en el medio debe aportar lo que no pudo Cardona. Me gustaría ver a Teo Gutiérrez en su Metropolitano, entrando y saliendo en el área de Brasil y, de paso, porque ya lo ha hecho, ser un complemento para Falcao.

Sería injusto no reconocer el talento de los volantes y delanteros brasileños, liderados por Neymar, así haya jugado discretamente en su última aparición frente a Ecuador. Es de aquellos jugadores —pocos, por cierto— que en cualquier momento encienden las luces y encandilan con sus movimientos y figuras.

La mayor motivación para la selección es chocar con el más fuerte y sólido del momento. Y es allí donde se aprecia y confirma la categoría de un jugador. Querer destacarse y ganarle a quien se identifica como “fuera de serie”.

Empatamos con el último y ahora la meta, complicada, es ganar puntos al mejor. Poderse, se puede, pero hay que atreverse. Ese mensaje lo transmitirá Pékerman a sus jugadores, y depende de cómo lo asimilen y entiendan los jugadores colombianos.

 

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