Lo cinco pecados capitales

Felipe Jánica
24 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

Hace un tiempo reflexionaba sobre los pilares más problemáticos que tenía Colombia para impulsar y promover negocios. Pero claro, no sólo de reflexiones se vive y se analiza. Para ello tuve en cuenta el índice global de competitividad (IGC) provisto por el Foro Económico Mundial (FEM) Colombia en el que destaca que Colombia tiene muchas cosas por mejorar pero entre los cinco primeros se destacan: 1. Tasa impositiva, 2. Corrupción, 3. Inadecuada infraestructura para suministros, 4. Burocracia ineficiente del Estado y 5. Regulación impositiva compleja. Mi pregunta es qué medida la burocracia ineficiente estatal permea al sector privado o viceversa.

En columnas pasadas había dedicado algo tiempo a la reforma tributaria, la que abarcaría los problemas 1 y 2 del IGC. Las conclusiones eran que definitivamente no había tal reforma estructural y consecuentemente la regulación tributaria no sólo era compleja sino ineficiente. Evidencia de ello lo tenemos en los procesos complejos de reclamos ante las autoridades tributarias, mucho de estos procesos se hacen complejos a partir de la ausencia de plataformas tecnológicas robustas que minimicen la interacción con funcionarios operativos. Esa es precisamente una de las formas que alimentan la burocracia ineficiente del Estado y por ende sea uno de los cinco pilares más problemáticos para hacer negocios en Colombia.

Respecto del pilar de la corrupción, creo que ha suficiente ilustración. Ojalá y que éste no sea el motivo por el cual los colombianos inclinen su balanza al momento de tomar decisiones electorales, pues aun cuando sea definitivamente el cáncer de la sociedad, dudo mucho que una sólo candidato pueda revertir este mal endémico. Se trata entonces de hacer cambios estructurales en el Estado y con su principal ecosistema donde por su puesto se destacan los principales contratistas que por año han venido prestando servicios a los Gobiernos de turno. Estoy convencido que si se analiza el proceso de contratación del Estado y se analiza quiénes han sido los principales favorecidos en las licitaciones públicas, de manera repetitiva además, podríamos tener un diagnóstico inicial para iniciar una revisión profunda. Los resultados podrían ser contundentes, pero qué tan preparado está el Estado y sus funcionarios para asumir sus errores, ese es el asunto realmente importante.

Con respecto a la infraestructura inadecuada, sin duda tenemos desafíos significativos. Uno de los principales retos es aceptar que Colombia no sólo necesita mejorar en el sistema de conexión por medio de autopistas. A propósito estas autopistas no son la mejor y la única opción. No entiendo por qué el Estado no pensó de manera estratégica en este punto. Es que sólo de autopistas de dos carriles en cada sentido se mejora la movilidad en el país. Si se hubiera pensado correctamente mínimo estaríamos hablando de cuatro carriles en cada sentido. Pero eso no es lo más problemático. Pensar de manera holística hubiera resultado en el inicio de un transporte multimodal tanto de ciudadanos como de carga. Aquí definitivamente el principal ausente fue el sistema ferroviario y el fluvial. En este aspecto y si se hiciera un diagnóstico del proceso de planeación en materia de infraestructura del país, seguramente se podrían detectar muchos asuntos por mejorar y no sólo en materia de corrupción.

Con respecto a la burocracia ineficiente del Estado, estoy convencido que ésta es alimentada por el mismo sistema, en particular sus principales proveedores de productos o servicios. Quienes están embebidos en el sistema de contratación, seguramente, o no se han dado cuenta de que hay algo por cambiar o mejorar o simplemente nos les conviene. Tener el coraje para empezar a cambiar no sólo es un valor mandatorio de cualquier ciudadano sino que en la arena estatal es una obligación. Buscar las causas raíces de la burocracia ineficiente en los proveedores estatales puede ser un buen inicio para generar cultura, confianza y transparencia y con ello contagiar de manera natural a todos los ciudadanos. Estoy convencido que será un tema de tiempos, pero cuando comience a ocurrir será contagioso y seguramente se extenderá hasta las entidades del Estado y con esto se podría empezar a cortar la brecha en este aspecto, uno de los más problemáticos de Colombia en el IGC.

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