Sirirí

Lo sabía todo

Mario Fernando Prado
18 de agosto de 2017 - 03:00 a. m.

Luego de las múltiples preguntas sin respuesta alguna a la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, creo pertinente compartir las siguientes conclusiones en torno a la burla de que ha sido víctima el Estado con aquiescencia del Estado mismo: a la multinacional Trafigura se le otorgó un multimillonario contrato para facilitar la navegación por el río Magdalena —y me dicen que también se le otorgó otro megacontrato para transporte de carbón por el mismo río—, negociación que está teniendo un costo de billones de pesos. Adicionalmente, y por si fuera poco, se le confió además un contratico para la reposición y puesta en marcha del Ferrocarril del Pacífico, labor esta que interrumpió aduciendo causas discutibles en su veracidad. Pero como Trafigura sabía que ello le iba a acarrear no solamente una multa de US$50 millones, sino que además se le podía enredar el, o los contratos del río Magdalena, dicen que de común acuerdo con la ANI buscaron una figura totalmente ilegal para o cederle, o venderle, o endosarle, o inclusive regalarle el susodicho contrato a algún payaso que se prestara para aparecer como el “nuevo dueño” de la mencionada concesión.

Fue así como apareció una empresilla paisa que estaba en vía de liquidación y que ostentaba un capital inscrito y pagado de tan solo tres millones de pesos. Resultó entonces que Talleres Ferrocarril de Antioquia se convirtió en la nueva propietaria del Ferrocarril del Pacífico, lo cual estaba totalmente prohibido, y más aún sin el visto bueno de la ANI y el pago de las pólizas respectivas.

Como era de esperarse, la empresilla de marras jamás movió carga alguna, pero en cambio vendió bienes del Estado y despidió a la planta de trabajadores a los que aún no les ha pagado varios meses de sus salarios y prestaciones sociales, lo que motivó que le pusieran la multimillonaria multa que debió habérsele imputado a Trafigura.

La ANI sabía —porque así se lo hice saber a su director— de la jugarreta que se estaba urdiendo y sin embrago se hizo la de la vista gorda, procedió a sancionar a quien no debía y es la hora en que ni el Gobierno, ni las “ías”, ni los gremios, ni los medios se han pronunciado sobre este exabrupto. ¿El colmo, verdad?

 

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