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Los goles

Hernán Peláez Restrepo
08 de abril de 2013 - 09:26 p. m.

Parece increíble que muchos técnicos y jugadores no entiendan que marcar goles es la principal razón del fútbol profesional.

Tal vez en el aficionado se pueda jugar con más lirismo, sin afán, pero cuando alguien paga una boleta espera como mínima retribución un gol para cantar, gritar y desfogar toda la pasión contenida en la semana.

En la actualidad veo equipos que sólo piensan en no perder, no se atreven a salir a ganar. Sé que la respuesta simple es el temor de los técnicos a perder el puesto y de los jugadores a ver desvalorizada su imagen.

El clásico paisa dejó varias reflexiones. No llevaba un cuarto de hora el partido cuando Giovanny Hernández vio la tarjeta amarilla. El responsable de armar y organizar el juego del DIM, cometió falta al volante de marca de Nacional, Álex Mejía. Es decir, el mundo al revés. El llamado a hostigar y forcejear es el volante de marca y no Hernández.

Nacional dispone de los dos delanteros más costosos del fútbol actual, Ángel y Uribe. En solitario, aislado, sin colaboración de una cantidad de volantes, Macnelly, Mosquera, Cárdenas, Ángel no pesó para nada. y su reemplazante, faltando diez minutos, fue Uribe, otro intrascendente. Los delanteros por lo pronto son buenos para cobrar en la tesorería de Nacional y discretos para el partido. Claro que la culpa no es de ellos. Si el diseño del plan de juego de Osorio es así, difícil resultará verlos celebrando continuamente goles.

DIM puso más entusiasmo, se acercó, le ignoraron un penalti, aunque el gol le resulta esquivo. El clásico continúa siendo emocionante para los asistentes, por lo que representa en la ciudad.

El entrenador de Santa Fe, Wilson Gutiérrez, dio una declaración posterior a la derrota y, de acuerdo a la lectura que hizo, dijo palabras más palabras menos que su equipo se había “perdido, dormido” unos diez minutos, que fueron aprovechados por Millonarios para asegurar la victoria. Es probable que eso ocurriera. Es imperdonable, sí, que si ningún jugador, llámese Pérez, Torres o Arias, se percató del asunto, desde la raya el mismo Gutiérrez debió alertar, gritar, hacer algo para despertarlos. No es posible que los jugadores se distraigan tanto.

En cambio, Róbinson Zapata, el arquero azul, cuando vio que Santa Fe con desorden, después del gol de Molina, arreciaba, apegándose al reglamento, perdió tiempo y logró el objetivo de enfriar el partido. Unos por distraidos y otro por lúcido en su procedimiento.

Ojalá entiendan los técnicos de varios equipos que el miedo a perder los lleva a la zona baja de la tabla. Es necesario ingresar a jugar con ganas de ganar. De los cero a cero, líbranos señor.

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