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Los hombres huecos

Gonzalo Mallarino Flórez
10 de abril de 2021 - 01:26 p. m.

He vuelto a este poema de T.S Eliot, The Hollow Men, algunas veces a lo largo de mi vida. Lo leo con miedo, con una angustia que va expandiéndose y saturando el aire y me asfixia.

Los hombres huecos, los hombres rellenos de paja solamente. Su voz,cuando susurran entre ellos, ha perdido todo sentido, toda forma, todo color, como un viento que corre por entre la hierba seca. La maldad y la vesania contenidas en el vacío y la aridez vitales.

Eliot apuntaba a la Gran Guerra que degradó a Europa a comienzos del siglo XX. A los hombres que la concibieron, que la derramaron sobre millones de jóvenes y niños muertos. Los seres humanos ya vacíos de toda reverberación moral, capaces de desatar el horror.

¿Siguen entre nosotros? Hay tanto dolor y tanta infamia. Aquí. Ahora. Siempre y en todo lugar. ¿Seguirán siempre? ¿Ocultos bajo una piel de rata o bajo plumas de cuervo?

¿Quiénes son en este mundo los hombres huecos que ya perdieron la clemencia? Mientras nosotros nos despertamos solitarios, en una hora en la que temblamos de ternura, como dice Eliot. ¿Qué están haciendo? ¿Cuál es su tierra de cactus y de muerte? ¿Cuál es el río ampuloso en que se encuentran como una manada de ciegos? ¿Cuál es la quijada rota de susreinos perdidos?

¡Qué angustioso poema! ¡Qué doloroso! Y viendo a Colombia, niña dulce nuestra, qué terrible daño nos hacen y cómo nos parten de dolor la columna vertebral y nos siegan las pestañas. ¡Cuántos hombres huecos que ha parido esta tierra!

Dice Eliot que no son capaces de mirarnos a los ojos. No son capaces de sostenernos la mirada. En sus reinos tumefactos no hay miradas de candor ni de sinceridad ni de esperanza. No las hay. Solo rayos opacos de luz en las columnas derruidas de sus palacios, en sus tristes imágenes pétreas, en las manos de los muertos que pesan en sus conciencias y que suplican bajo el temblor de una estrella que se deshace.

En Colombia ya hay sangre por todas las veredas, por todas las quebradas, por todos los troncos y las hojas de los árboles, por todas las colinas, por todas las sábanas y las casas y las almohadas. Y bajo la luz metálica del televisor, bajo el temblor de los átomos y los electrones de la pantalla del televisor, todas las noches, todas las mañanas, la desolación y la desesperanza. Caen y caen y caen los cuerpos. Y las niñas. Y las mujeres. Un país que no cuida a sus niñas y a sus mujeres no tiene perdón del cielo.Y los hombres huecos están ahítos y se regodean y se emborrachan y se vomitan de violencia.

The hollow men, ¿quiénes son? En Colombia, ¿quiénes son los hombres rellenos de paja? Huecos, vacíos por dentro, ¿quiénes son? ¿Dónde están, cómo se esconden y simulan y mienten estos hombres despreciables?

El poema de Eliot no nos deja un resquicio de esperanza, ni siquiera al final. Qué dolor Colombia, qué angustia. Así es como el mundo termina, así es como el mundo termina, así es como el mundo termina…, no con un explosión sino con un gemido.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas

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Busilis(53793)11 de abril de 2021 - 07:12 p. m.
Qué buena descripción de los farianos, de sus cómplices y de los que bendicen "todas las formas de lucha".
María(6115)11 de abril de 2021 - 02:39 p. m.
Extraordinaria columna. Qué angustia! Qué angustia! Qué angustia este país.
tomas(21718)11 de abril de 2021 - 01:54 a. m.
Estamos hablando del uribismo? Así con minúscula.
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)10 de abril de 2021 - 10:00 p. m.
Gracias por la columna señor Mallarino.
Tayrona(31467)10 de abril de 2021 - 09:56 p. m.
Con tanta "huequedad" ya es de por sí dificil existir durmiendo bien. Yo me pregunto: ¿Qué clase de vida lleva el individuo Uribe?. Tiene que ser uno un completo hueco para no tener ninguna conciencia ni remordimiento por tanto daño causado. Y lo inaúdito: dice sin siquiera un ápice de arrepentimiento: "En mis 68 años de vida jamas he dicho una mentira". ¿Será una bestia del averno?, ¿magia negra?
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