Los huevos en una sola canasta

Durante el Foro Económico Mundial de América Latina, realizado la semana pasada en Cancún, varios ministros acudieron al encuentro. En sus intervenciones públicas destacaron en repetidas oportunidades que una de las herramientas más poderosas para ir hacia un mejor bienestar económico futuro es la consecución de la paz. Incluso, uno de los más respetados y esperados conferencistas fue el general Óscar Naranjo, quien habló en extensión sobre los beneficios que generará el hecho de que las negociaciones con las Farc lleguen a buen puerto.

 

Sin embargo, concentrar la atención nacional y mundial en el proceso de paz está mostrando no ser la mejor estrategia en términos de popularidad y gobernabilidad. Eso queda demostrado en las recientes encuestas sobre favorabilidad del Gobierno y sus instituciones. Los números de la semana, tras la crisis generada por la muerte de los soldados en el Cauca, ponen a la administración Santos en niveles sólo comparables con los del gobierno Pastrana en plena época del Caguán. Esa concentración del discurso, incluso en momentos en que la economía muestra un gran grado de resiliencia frente a la situación internacional y se avanza  en varios proyectos históricos de infraestructura, lleva a que la percepción del estado de las cosas sea simplemente aterrador.

 

Entonces, ¿qué lógica tiene poner la atención de todos en un proceso de paz que la guerrilla puede sabotear con su mínimo accionar? Parecería de locos poner el timón de la percepción nacional en manos de un grupo de kamikazes irracionales que lleva peleando la misma guerra 50 años, ensimismado por el espesor de la selva. 

 

 Considerando las capacidades técnicas y humanas de muchos en esta administración, ha llegado la hora de diversificar el discurso y mostrar que el futuro de Colombia está mucho más allá de la guerrilla. De otra manera estaremos condenados a permanecer secuestrados en un escenario de pesimismo que controlan en La Habana con el solo objetivo de debilitar al Gobierno de cara a las negociaciones de paz, algo que obviamente capitaliza su oposición.