Publicidad

“Los tiempos están cambiando”

Columnista invitado EE
03 de junio de 2014 - 03:00 a. m.

Evocando la canción que escribiera Bob Dylan en 1963, puede decirse que los tiempos políticos están cambiando en España, y la abdicación de Juan Carlos I es simplemente un acontecimiento más. Un acontecimiento, no obstante, nada baladí.

España se encuentra en un momento convulso. La crisis económica resultante, en buena medida, de una especulación urbanística atroz, acompañada de ingentes niveles de corrupción, ha desembocado en una crisis social que no se recordaba en la democracia, pero, sobre todo, en una crisis política sin precedentes.

Los estudiantes, los inmigrantes, los desahuciados, los desempleados, los jubilados, en definitiva, aquellos que sufrieron el desmantelamiento del Estado de bienestar y las consecuencias de una economía de austeridad respecto de una crisis que no generaron, llevan años dando lugar a plataformas y movimientos contestatarios frente a las políticas deshumanizadoras traducidas en recortes en políticas sociales y en desahucios. Así surgieron, entre otros, el famoso movimiento de “los indignados” del 15-M, la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) y, muy recientemente, el partido Podemos, que en las pasadas elecciones europeas concurrió con un discurso en el que, de manera coherente y necesaria en estos tiempos, se entiende la política por y para esos millones de excluidos y afectados por un sistema cuyos últimos seis años se ha consolidado, exclusivamente, “a golpe de recortes”.

Y en esta situación de cambio social y político ayer amanecemos con la abdicación del monarca. Una abdicación que llega en un mal momento para la Corona. Los escándalos por corrupción que afectan a Iñaki Urdangarin y a su esposa, la infanta Cristina, o la distancia en que se erige la institución monárquica respecto de los problemas de la sociedad española contribuyen a entender el porqué de la crisis de popularidad por la que atraviesa la monarquía.

A ello habría que añadir su falta de legitimidad. La monarquía fue uno de los muchos costes que hubo que pagar en la Transición. La sociedad española debía escoger en referéndum si optaba por la democracia, pero bajo ningún caso esa posibilidad se hacía extensible a la propia institución, habida cuenta de las dudas que la sociedad española ofrecía a sus dirigentes.

Transcurridas casi cuatro décadas, el argumento parece no valer. En democracia, la legitimidad es imprescindible y la sociedad española debería tener el derecho de elegir su forma de gobierno: república o monarquía. A sabiendas de que la elección de la forma de Estado bien podría plantear otra disyuntiva, monarquía o democracia, pues la primera de ellas, desde su propio origen semántico, derivado del griego, hasta los privilegios sobre los que se sustantiva, es, en sí, una forma de negación de la democracia.

* Profesor de ciencia política.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar