Publicidad

Los tintos que vienen

Hugo Sabogal
27 de marzo de 2011 - 06:00 a. m.

Más allá de las cepas conocidas, como el Cabernet Sauvignon o el Malbec, los productores del Cono Sur se están arriesgando con otras variedades, como el Petit Verdot o el Bonarda.

Reconozco que algunos de nosotros todavía estamos muy amarrados a los archiconocidos cepajes tintos suramericanos, con los cuales nos hemos hecho adultos en esto del vino. Hablo, sin duda, del Cabernet Sauvignon, del Merlot, del Malbec y, en cierta forma, del Syrah y del Pinot Noir.


En los últimos dos años he estado siguiéndoles la pista a varios productores del Cono Sur y he podido constatar que, a ambos lados de la Cordillera de los Andes, hay un genuino deseo de explorar otros caminos.Es indudable que las variedades más emblemáticas han hecho mucho por la vitivinicultura de los dos países, pero también resulta cierto que un portafolio tan limitado puede llegar a ser bastante aburrido y riesgoso.


Por fortuna, ya son muchos los casos de vinos argentinos y chilenos elaborados con Bonarda, Cabernet Franc, Carignan y Petit Verdot, entre otras variedades tintas. Y los resultados son sorprendentes.


Para sacar adelante estos proyectos ha resultado imperioso plantar pequeños viñedos de experimentación en alturas y latitudes variadas y, obviamente, en distintos suelos, para estudiar el comportamiento de las plantas en condiciones climáticas, geológicas y geográficas diferentes.Tras superar adversidades y sinsabores, podemos dar un parte de éxito y afirmar, sin vacilaciones, que ya se ha configurado un importante cuerpo de conocimiento para establecer, con mayor exactitud, en qué lugares y en qué condiciones estos cepajes entregan sus mejores expresiones aromáticas y gustativas.


Empecemos por la Bonarda. Estamos aquí ante la segunda variedad más plantada de Argentina, pero que, durante décadas, fue utilizada como componente de vinos corrientes, gracias a su vigor y a su aporte de color y notorios aromas frutales. Se originó en el norte de Italia, donde existe toda una compleja discusión acerca de su verdadera procedencia.


Gracias al trabajo de varios viticultores argentinos, en aras de controlar su vigor y de manejar sus tiempos de cosecha, se ha podido obtener un vino de buen cuerpo y color, de seductores aromas frutados y de un interesante toque licoroso, que le da profundidad en boca.


Entre los Bonarda mejor calificados figuran Alma Negra, de la bodega Tikal, de Ernesto Catena; Ema y Serie A, del grupo Familia Zuccardi; Chakana, Domados, Lamadrid, Santa Ana Reserve, Valle de la Puerta Alta y Joffré e Hijas.


Otra buena sorpresa corresponde a vinos argentinos y chilenos hechos con Cabernet Franc, esa uva clásica de Burdeos que siempre se la ha utilizado como compañera inseparable del Cabernet Sauvignon. Elaborada como variedad única, la Cabernet Franc se distingue por sus elegantes toques aromáticos a especias dulces y frutas rojas, y su gran suavidad en boca, gracias a la predominancia de taninos finos.


A destacar, por el lado argentino, están los Cabernet Franc de Finca La Celia Reserva, Gala 4 (Luigi Bosca), Fin (de Bodega Fin del Mundo), Humberto Canale Gran Reserva, Angélica Zapata Alta, Doña Paula Series Alluvia y Andeluna Grand Reserve. Por el lado chileno sobresalen Hacedor de Mundos (Viña Gillmore), Oveja Negra (Vía Wines), Viña Morandé y Lomalarga Vineyards.


Por otro lado, ha comenzado a hacer carrera el Petit Verdot del Nuevo Mundo, otra de las variedades francesas incorporadas en las grandes etiquetas de Burdeos. Su origen no es claro, pero existe la teoría de que sus antecesores genéticos fueron llevados por las huestes romanas provenientes del más caliente Mediterráneo.


A la Petit Verdot le gusta el sol, dado que requiere de un ciclo de maduración largo para expresar su verdadero potencial. De las clásicas variedades de Burdeos, esta es quizás una de las más potentes y, por esa razón, se la emplea para realzar uvas un tanto más ligeras, como la Merlot o, incluso, la misma Cabernet Sauvignon. Posee taninos fuertes y marcados, aporta intensos colores violeta y es exuberante en sus componentes especiados. En pocas palabras, contribuye a enriquecer la complejidad de cualquier copa. De manera que exige atención y cuidado antes de tratarla como único componente.


En Argentina apareció entre viñedos de Malbec, seguramente como resultado de las primeras plantaciones de cepas finas francesas, a mediados del siglo XVIII. Las primeras botellas hechas con Petit datan de mediados de la década de 2000 y uno de sus primeros exponentes fue bodega Finca La Anita. Ahora forma parte del portafolio de casas como Ruca Malen, Tomero (de Carlos Pulenta), Fincas Rewen, Finca La Luz, Casa Montes Don Baltazar, Alta Vista Los Escasos y Trumpeter Reserva.


Algunos Petit Verdot chilenos a destacar son Casa de la Ermita, Santa Carolina Barrica Selection y Casa Silva Gran Reserva


Así es que no son pocas las oportunidades para salirse de la rutina. Déjese atrapar por estos otros tintos y disfrute el valor de la diversidad.


 

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar