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Lugar común Colombia

Diego Aristizábal
29 de diciembre de 2013 - 11:00 p. m.

A punto de terminar este año caigo en la tentación de desear un montón de cosas que me gustaría que pasaran el otro año.

Sé que muchas de ellas, tal vez, hayan sido pensadas por otros colombianos que también quieren que las cosas cambien, sean mejores, nos permita vivir en un país que nos debe mucho de dignidad humana. Son ideas desordenadas e incompletas, pero al menos, ojalá, sean un pretexto para que el 2014 sea mejor.

Lástima que nos tengan que sancionar económicamente y con cárcel para que los colombianos seamos conscientes del peligro que representa manejar borracho. Cuando tengamos un poquito de conciencia las cosas serán distintas, ya no tendremos que desgastarnos en medidas drásticas y absurdas que niegan, por ejemplo, la posibilidad de tomarse una cerveza o una copa de vino porque es primordial reducir la “barbarosidad”, como diría Po en “Kung fu panda”, de tanto personaje que cree que nunca pierde la razón bebiéndose la botella entera.

¡Ay Colombia! cuándo será que hablamos de seguridad sin que tengamos que recurrir al aumento del llamado “pie de fuerza” que hoy demandan los alcaldes de todos los municipios para que sus habitantes se sientan más seguros. Cuándo será que quiebran instituciones como el Ejército o la Policía porque lo único que necesitan las ciudades y los campos son unos cuantos guardabosques y otro montón de servidores que le ayuden a las personas a encontrar direcciones o, como me decía una vieja profesora (ya se imaginarán la edad de esta buena dama), eviten que la gente pise la hierba de los parques.

Ojalá el otro año más “colombianos promedio” entiendan lo que piensan el resto de los colombianos no promedio. Que celebremos el respeto, la diversidad, la oposición, todo lo que constituye una democracia. Que la justicia recapacite para que deje de ser selectiva, para que no se vuelva a escuchar en todas partes que en este país todo depende.

Que se acabe ese abuso de ciertas (muchas) empresas muy “prestantes” que no les da pena contratar “ilimitadamente” por seis meses o un año a sus trabajadores y así tienen la potestad de despedir media hora antes de terminar el contrato, si se les antoja, a buenos empleados. Que el Ministerio de Trabajo haga algo porque es indigno este modelo de contratación.

Que este país deje de ser tan violento para ver si así se nos quita ese miedo absurdo que nos impide movernos libremente por donde queramos. No más fronteras invisibles, no más territorios prohibidos, no más campos minados. Que la pobre Colombia recupere la salud en todos los sentidos.

Si algunas de estas ideas suenan a lugares comunes, tal vez sea porque Colombia es un lugar común, y si queremos que las cosas cambien hay que resolver asuntos básicos para poder vivir dignamente, de lo contrario seremos esa repetida nación que siempre empieza el año con grandes esperanzas pero casi siempre los sueños son estropeados por las mismas desgracias el primer día del año. 

 

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