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MACROLINGOTES

Óscar Alarcón
04 de junio de 2012 - 10:25 p. m.

Con el Perú hemos tenido relaciones buenas y malas, como es normal con los vecinos.

En el gobierno de Enrique Olaya Herrera estuvimos en guerra con ellos y eso le costó el puesto al canciller Carlos Arango Vélez, quien, pasado de tragos, en un sitio en donde la estaba pasando muy bien, gritó, voz en cuello, que tenía la fórmula para acabar con la guerra. Le contaron al presidente e ipso facto lo retiró del cargo y nombró a Carlos Uribe Gaviria, hijo del inmolado jefe liberal Rafael Uribe Uribe.

Por razones políticas le dimos asilo diplomático a Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), organización política que pretendía consolidarse en Indoamérica pero que, finalmente, sólo operó en el Perú. Como la dictadura de Manuel Odría no concedía el salvoconducto, lo tuvimos cinco años en nuestra embajada hasta 1954. Hizo gala nuestro país de la defensa de la institución del derecho de asilo. También, cuando la dicta… dura, y bien dura, de Fujimori, igualmente le dimos asilo al expresidente Alan García, quien, si bien tenía ese carácter, en donde menos estuvo fue en Colombia.

El pasado domingo nos volvimos a enfrentar al Perú y gracias a James Rodríguez logramos avanzar un poco hacia el próximo Mundial de Fútbol. Con la derrota, el vecino país volvió a quedar de asilo.

***

Hace unas semanas Mauricio Cabrera se quejaba en El País de Cali de que el colmo del centralismo era que la capital de Cundinamarca sea Bogotá cuando no hace parte del departamento. Pero hay más, doctor Cabrera: el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, vive en Chía, y el gobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz, vive en Bogotá. Esa es la globalización chibcha.

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