Madurez, por favor

Antonio Casale
30 de marzo de 2015 - 02:37 a. m.

La cultura deportiva nacional está en construcción. Es bueno saber en dónde estamos parados.

Este es un país que por tradición se ha creído el cuento de ser más que los demás y por eso es que después, cuando llegan las derrotas, convertimos en villanos a los que hasta hace poco eran héroes.

La prestigiosa publicación británica World Soccer acaba de emitir un listado con los 500 jugadores de fútbol más importantes del mundo de acuerdo a su impacto mediático como consecuencia de sus actuaciones. Para elaborarlo acudieron al análisis de las mejores ligas del mundo, escogiendo a 50 de cada uno de los campeonatos de Inglaterra, Alemania y España; 40 de Italia y Francia, 15 de algunas ligas intermedias y 10 de campeonatos de menor fama en el planeta.

En el ilustre listado clasificaron siete colombianos, a saber: James, Falcao, Teo, Bacca, Muriel, Jackson Martínez y Cuadrado. Es una cifra bastante baja si tenemos en cuenta la gran cantidad de argentinos, brasileños y uruguayos que aparecen, para hablar tan sólo de los suramericanos.

De manera que no es un buen síntoma, a poco más de dos meses del comienzo de la Copa América y a cuatro del inicio de la eliminatoria al Mundial de Rusia, que un buen sector de la patria deportiva haya comenzado una vez más con la maña de mirar a todo el mundo por debajo del hombro. Que no es posible que Colombia juegue contra los débiles Baréin y Kuwait, que si no ganamos la Copa América es fracaso, que si no goleamos a los más débiles no estamos en nada y que este tipo de juegos de preparación no resisten análisis, son algunas de las conclusiones que se oyen por ahí.

Parece que esas voces olvidan que hasta hace muy poco llevábamos tres mundiales consecutivos sin hacer parte de la fiesta, que rivales como Panamá y El Salvador nos complicaron siempre y que incluso ahora no se ha logrado ningún título importante. En el Mundial, el mejor de la historia para los nuestros, quedamos por debajo de Argentina y Brasil. Es cierto que estamos ante la mejor generación de futbolistas de toda la historia, los que más glorias nos han dado. Pero no perdamos las proporciones porque de ahí al precipicio hay unos pocos pasos.

De momento, los muchachos de la selección nos siguen enseñando la lección. Con humildad y fútbol respetan a los rivales débiles goleándolos y tomándolos en serio, mientras preparan su Copa América. Parece que el entorno es el que no madura.

Nota: prefiero que los nuevos valores debuten en este tipo de partidos y no en el Centenario, ante Uruguay, con altas posibilidades de ir a la hoguera, como le sucedió en su momento a Stefan Medina.

 

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