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Manipuladores de las monedas

Hernán González Rodríguez
25 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

El excandidato presidencial a la Casa Blanca, Mitt Romney, prometió en uno de sus debates que el primer día de su mandato calificaría a la China como “manipuladora de su moneda”.

Algunos comentaristas de la economía mundial consideran que en la lista de manipuladores de sus monedas deberían figurar en lugar destacado los Estados Unidos con su Reserva Federal, dirigida por el señor Ben Bernanke.

Para algunos comentaristas internacionales, siguen siendo válidas las afirmaciones del Secretario del Tesoro John Connally en 1971: “El dólar es nuestra moneda y es su problema”. “Supérenlo, porque nosotros hacemos lo que queremos”. 

Desde septiembre de 2008 hasta finales de 2011, la Fed de Bernanke imprimió billetes por 1,8 millones de millones de dólares para superar la crisis hipotecaria, para impulsar el crecimiento y reducir su desempleo. En septiembre pasado iniciaron una tercera ronda de impresión de dinero sin plazo fijo a un ritmo de 85.000 millones de dólares por mes para adquirir hipotecas y bonos del Estado. 

Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional advirtió en octubre pasado en Tokio, que el dinero fácil, las emisiones de los bancos centrales de los países desarrollados, les ocasionaban grandes riesgos, como “burbujas en los activos” de las economías emergentes. 

Con los ríos de dinero en circulación en los países desarrollados y con una tasa de referencia para los préstamos cercana a cero, obligan a sus inversionistas a buscar retornos atractivos en los mercados emergentes, donde, al convertir los dólares a las monedas locales, contribuyen a apreciar o revaluar más aún las tasas de cambio domésticas. 

Bernanke ha inundado el mundo de dólares, porque las causas de la desaceleración de su economía, subsidios altos y bajos impuestos, son duraderas y solamente con una inyección continua de dólares puede sostener viva su economía. “Si algún futuro presidente estadounidense intentare restaurar su liderazgo económico, debería dirigir su primer paso hacia convertir la Reserva Federal en un gestor responsable de su moneda”.

Se rumora por ahí que en el TLC firmado entre Colombia y los Estados Unidos se establecen condiciones para impedir que nuestro Emisor devalúe el peso colombiano a la manera de los países desarrollados. Y que los premios que les conceden a nuestros ministros de Hacienda y gerentes del Emisor por ser los mejores del mundo en el desempeño de sus funciones, los conceden precisamente porque favorecen la apreciación del peso colombiano, por su obediencia ciega. 

El autorizado académico y exministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, le recomendó a Colombia en entrevista reciente al diario Portafolio, copiar a los suizos, estableciendo un piso deslizante para la tasa de cambio de 1.850 pesos por dólar. A este precio comenzaría a comprar el Emisor todos los dólares que le ofrecieran en el mercado, con la intención de moverse poco a poco a una tasa más competitiva, de al menos 2.100 pesos por dólar.

Insistió, asimismo, en no firmar más TLC y reconoció la desindustrialización acelerada del país en los últimos años, ¿atada acaso a un dólar que se cotizaba en 2.900 pesos por allá a comienzos de 2003 y que hoy casi nunca cuesta más de 1.820 pesos? 

 

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