Más allá del paro de maestros

José Manuel Restrepo
01 de julio de 2017 - 03:54 a. m.

Así parezca redundante y obvio, hoy es recurrente en las reflexiones de la literatura científica el papel fundamental que desempeña la educación (desde los primeros años hasta la educación superior) en el desarrollo y el crecimiento de las naciones.

Mejorar en educación será siempre el camino para lograr que un país como el nuestro pase de ser una nación de ingresos medios a una de ingresos altos. Es también la vía para superar los altos estándares de inequidad, pobreza y marginalidad, y representa el medio por el cual se abren oportunidades y se logra “equidad de voz” para muchos ciudadanos, a quienes, históricamente, se les han negado derechos fundamentales. Finalmente, anticipándonos al fin del bono demográfico en 2030, una mejor educación será siempre el camino para elevar la productividad y, con ello, la competitividad de Colombia, asuntos que siguen como tareas pendientes en la agenda nacional.

Justo por lo anterior fue de celebrar que Colombia, como visión de largo plazo, se hubiese propuesto ser la nación más educada de América Latina, en 2025, y que muchos actores de esta sociedad, distintos a los tradicionales del sector, hubiesen acompañado esta decisión. Sin el concurso de la gran mayoría de todos nosotros, esto no deja de ser una meta inalcanzable, sin duda.

Dicho lo anterior, llegar a este puerto anhelado supone mucho más que un discurso atractivo y requiere de inversión de recursos, de apuestas estratégicas y de un compromiso de Estado que supera gobiernos de turno, pero también de coherencia en las políticas adoptadas y en la disposición de recursos para lograr resultados.

Los caminos identificados son complejos y requieren atención permanente. A manera de ejemplo, la jornada única para todos nuestros niños y adolescentes significa atender a nueve millones de personas y multiplicar por casi nueve los esfuerzos que hasta el momento realizamos en la educación oficial. A su vez implica reflexiones profundas en los currículos para que la solución no sea sólo aumentar unas horas extra a la jornada normal, en trasformaciones pedagógicas y en formar liderazgos rectorales que estén preparados para administrar este nuevo modelo. Lograr este propósito significa, además, inversiones billonarias en nueva infraestructura (seguramente más de 2.500 colegios nuevos y más de 50.000 aulas adicionales) y, muy posiblemente, más de 100.000 nuevos docentes. Estas inversiones, seguramente, incrementarán la destinación de recursos para el sector en más de dos puntos porcentuales del PIB, asunto que no es de poca monta en un escenario fiscal apretado.

Pero, como en todo problema complejo, es bueno identificar el meollo. Este no es nada distinto que la ampliación y mejoramiento de los docentes, como actores claves del proceso educativo, asunto que tampoco es un problema sencillo. Y en este camino es bueno decir que no serán suficientes las reivindicaciones que se obtuvieron como resultado del paro de 37 días, vivido recientemente, que suponen la participación burocrática en la discusión sobre el Sistema General de Participación, la nivelación salarial y la bonificación salarial, que se estima del 15 % para 2020, y sobre la cual no sabemos siquiera si se tendrán los recursos fiscales.

Hoy, un docente obtiene ingresos que oscilan entre $850.000 y $6,8 millones, pero cerca del 50 % no recibe más de $3 millones, con el agravante de que dicho monto no se incrementa significativamente cuando el maestro mejora en experiencia o formación (en países más avanzados en educación, esta cifra incluso se duplica).

Adicionalmente, hace falta, como sí sucede en estos países más avanzados, que una buena proporción (hasta el 30 %) del ingreso sea un incentivo atado a resultados y evaluación de la tarea docente basado en pruebas nacionales o internacionales. Si queremos la mejor educación, necesitamos finalmente que a la tarea docente lleguen los mejores egresados del país, cosa que no sucede ahora, entre otras cosas porque esos mejores egresados en otras profesiones ganan un 20 % más al finalizar sus estudios y su remuneración al cabo de unos años se multiplica significativamente.

Enhorabuena el resultado del paro de maestros, pero necesitaremos mucho más de voluntad política, coherencia y de políticas de Estado para lograr el ambicioso norte que tenemos hacia 2025.

jrestrep@gmail.com @jrestrp

 

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar