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Mediocre e irregular

Iván Mejía Álvarez
22 de octubre de 2012 - 10:38 p. m.

Cuando restan nueve puntos por disputar, la lógica y la coherencia señalan que Millonarios, Itagüí, Equidad, Júnior y hasta el mismo Nacional tienen un pie adentro en las finales.

Eso también indica que son muchos los pretendientes por sólo tres casillas y que ahora, en este momento, es cuando muchos lloran sus penas por lo que dejaron de hacer durante parte del torneo y quieren conseguirlo a la hora de nonas.

Tolima, Quindío, Chicó, Medellín, Cúcuta, Pasto y Once Caldas pueden hablar de posibilidades matemáticas. Los de 22 puntos (Tolima y Quindío) necesitan conseguir el 50% de los nueve en disputa mientras que los de 19 tienen que hacer campañas perfectas para poder llegar.

Será muy difícil ingresar con 26 puntos a menos que también se tenga una reserva generosa en el gol diferencia y se den muchos resultados.

Como siempre, el torneo es muy atractivo desde el punto de vista de lo emotivo y la lucha por clasificar, aunque el fútbol que se está viendo es limitadito y por ahí salen buenos partidos, pero a cuentagotas. No se juega bien, no hay muchas figuras nuevas, y la mejor manera de comprobarlo es que Millonarios es el líder con un amplio activo de puntos pero con un déficit de juego en las últimas jornadas. No cabe duda que en tierra de ciegos el tuerto es rey.

La lucha por el descenso esta vez resulta menos atractiva. Real Cartagena, mal dirigido, con dos técnicos pésimos, Vanemerak y Basílico González, una directiva incompetente y una nómina de medio pelo, tiene todas las cartas para volver a la segunda división. Una lástima porque esta bella ciudad merece un cupo en la primera división, pero cuando se hacen tan mal las cosas los resultados terminan siendo nefastos. Que no le vaya a pasar al Cartagena lo que le sucedió al Bucaramanga, que todavía no ha logrado volver a la primera división.

Santa Fe pagó tributo a sus desavenencias internas por una curiosa y mal interpretada distribución de los premios del título. Algunos jugadores fueron “ventajosos”, el grupo perdió la unión y cuando intentó reaccionar no tuvo ni físico ni arrestos técnicos para hacerlo. Cali y Medellín continúan dando bandazos, un partido bueno y otro malo; nunca pudieron armar un buen colectivo y el fracaso de Comesaña y Gómez es incuestionable.

Finalmente, lo único claro es que no existe hoy por hoy un superequipo, no hay un favorito rotundo, todos están nivelados por lo bajo y el torneo es así: mediocre y discontinuo.

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