Miedo

Fernando Araújo Vélez
24 de mayo de 2015 - 02:00 a. m.

Ha sido el hombre y nada más que el hombre el que nos ha contaminado de miedos, miedos naturales, sus miedos de siempre a la muerte, a lo incomprensible, al más allá, a las tormentas y a algunos fieros o ponzoñosos animales, y sus miedos interesados, creados para paralizar, inventados para dominar, extendidos para humillar.

Ha sido el hombre y nada menos que el hombre el que nos ha acribillado de miedos para vernos sometidos, arrodillados, impotentes, acurrucados en un rincón con la cabeza entre las piernas, temblorosos e incapaces de actuar. Miedo por la opinión de los otros, por la descalificación de los otros, y miedo por no cumplir con nuestras expectativas, que en últimas son las expectativas que ellos nos impusieron. Miedo por no aprobar un examen, diseñado por ellos, y miedo por pintar un pájaro porque a ellos puede no gustarles. Miedo a la justicia, su justicia, y miedo a la injusticia de todos los días.
 
Miedo a no ser como ellos determinaron que debíamos ser, y miedo, sobre todo, a ser como ellos. Miedo al infierno fatal que nos espera, a los demonios con los que nos asustaron de niños, a los espíritus que, nos dijeron, aparecen en las noches, y miedo a la noche y al día y al día siguiente, y miedo al amor y al desamor, a la pasión y a la frialdad, al pecado y a la santidad y a todos los santos, pues ellos sí fueron capaces. Miedo a vivir y a no vivir, miedo a la libertad y a las cadenas, a andar por la calle por fuera de los horarios de oficina y a estar en esas cárceles modernas que llamamos oficinas porque allí hay oficio y el oficio distrae, idiotiza, aburre, y a la larga también atemoriza. Miedo a decepcionar y a ser decepcionados, miedo a la soledad y a la compañía, miedo a ser un perdedor y a ser demasiado ganador, miedo al secuestro, a la amenaza, a las armas, a una bala perdida, y a que el pueblo no esté a la altura de las luchas que se dan por él.
 
Ha sido el hombre y nada más que el hombre el que nos ha acribillado con temores, y a esos temores los ha nombrado con palabras sagradas. Mandamientos, oraciones, penitencias, sacrilegios, confesiones y culpa, por mi gran culpa. Ha sido el hombre y nada más que el hombre quien nos ha bombardeado de pánicos disfrazados de noticias, pues en el pueblo tal asesinaron a cinco sospechosos de rebelión, y en la vereda cual descuartizaron a dos infieles, y en el pantano aquel se ahogó un hereje. Ha sido el hombre, y decir el hombre ha sido decir el político, el militar, el sacerdote, el intelectual que se subió en un pedestal, el juez, el empresario, el banquero, algunos más, y tantos otros que han querido ser como ellos y han preferido amedrentar a persuadir, y, sobre todo, controlar, dominar.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

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