Minería y patrimonio

Benjamin Barney Caldas
04 de abril de 2011 - 03:00 a. m.

Los alrededores de Tabio están siendo seriamente amenazados por la minería a cielo abierto que ahí se permite.

Incluso varias importantes casas proyectadas por el arquitecto Rogelio Salmona y que son parte del patrimonio construido del país. Como su propia casa en Río Frío (1997), diseñada con María Elvira Madriñán, y Mención en la XIV Bienal de Arquitectura Colombiana, en 1994. Esta situación contradice las buenas intenciones respecto del actual Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del municipio.

Dicho POT ordena explícitamente la conservación de su patrimonio ecológico, económico y cultural. Y precisa que la utilización de sus recursos naturales se debe llevar a cabo sin lesionar el interés general de la comunidad y potenciando la oferta turística y recreacional de la región.

La minería a cielo abierto es de alto impacto social y cultural y sin duda la que más contamina y destruye el medio ambiente en el mundo, pues remueve la capa superficial de la tierra y sus efectos han sido especialmente negativos en Colombia, como está sucediendo en el río Dagua. Su implementación debería ser aquí altamente tecnificada y acompañada de un plan completo de mitigación, compensación, superación e inversión en sostenibilidad, lo que en Tabio no existe.

Desde hace 25 años este municipio es víctima de esa situación, debido al permiso que el Ministerio de Minas ha entregado a empresas que impunemente se salen de las normas. Como tienen autorización para explotar cerca de 500 hectáreas, están acabando con la ronda del río Frío para extraer grava, alterando el nivel freático —debido a la profundidad de las excavaciones—, contaminando sus aguas por los vertimientos, causando un daño irreversible al paisaje y acabando con la vida silvestre.

Además, la minería apenas le deja al municipio el 9% de las regalías, pues el 90% es para la Nación. La realidad es que este es un país que tiene políticas y estrategias ambientales que no se cumplen, como bien acabamos de comprobarlo con los desastres del invierno pasado. Y las consecuencias de la minería en su patrimonio urbano arquitectónico lamentablemente a nadie le importan.

*Ciudades Invisibles

 

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