¿Mockus el verde?

Miguel Ángel Bastenier
25 de junio de 2010 - 04:48 a. m.

La aplastante victoria de Juan Manuel Santos en las presidenciales colombianas no podía dar la respuesta al único interrogante que de verdad estaba planteado. ¿Cuánto Mockus queda tras la segunda vuelta? ¿Tiene hechuras de oposición el partido verde, cuya candidatura el académico defendía?

En la primera vuelta, Antanas Mockus obtuvo un 21% de sufragios, rozando el 22% reunido por el candidato de la izquierda Carlos Gaviria también en idéntica ronda en las presidenciales anteriores, de la que no pudo pasar porque el presidente Uribe ganaba con más del 50% y no hacía falta votar más. Y esos son los resultados que cabe comparar, los de la primera vuelta, porque, aunque Mockus pasara a la segunda ello se debe a que no tenía que enfrentarse a Uribe, y el modesto aumento de votos que ha obtenido en segunda vuelta no le hace específicamente más fuerte porque lo congregado no pasa de ser una confederación de minorías contrarias mas que partidarias de nadie. Por eso es mejor calcular las dimensiones reales de la oposición al uribismo -que hoy representa como una foto-fija el presidente electo- en ese 21-22% de la masa votante.

Pero eso no significa que haya una única oposición para todas las ocasiones. La minoría que abrigaba a Gaviria no es la misma que se articula en torno a Mockus. En el 21% del candidato verde había pocos votos de izquierda y el número de votantes del Polo que se le haya podido sumar en segunda tenía que ser forzosamente limitado. El votante del filosófo-matemático es, preferentemente, de derecha y centro-derecha; algo europeizante; indignado con la corrupción generalizada –pero que no ha inventado Uribe-; sediento de institucionalización e imperio de la ley; de que se haga un gran esfuerzo en educación; pero también de mantener las conquistas de la ‘seguridad democrática’ del presidente saliente, en la lucha contra los terroristas de las FARC.

En el 22% del senador Gaviria no todo era Polo, pero ese voto liberal-conservador sociológicamente uribista pero que ha votado por Mockus, estaba entonces mucho menos representado que el domingo pasado. Era aquella una oposición más coherente, crítica de los Estados Unidos de Bush II, contraria por definición a lo que entonces no parecía estar en las cartas, la concesión de siete bases de servicio a Washington, y por ello dotada de un basamento ideológico más identificable. Había también una zona menor pero grisácea de difícil presentación a la opinión colombiana, como era una cierta vacilación en la condena de las FARC, que el candidato del Polo, Gustavo Petro, ha sabido, sin embargo, repudiar en debida forma, así como una cauta benevolencia hacia el presidente venezolano, Hugo Chávez, al que, por otra parte, no le habría hecho ninguna gracia que ganara Mockus, porque en Uribe o en su impecable sucesor, tiene a sus mejores enemigos.

La diferencia fundamental, sin embargo, entre las dos oposiciones reside en que Carlos Gaviria le disputaba la elección al que entonces era nuevo ‘deus ex machina’ de la clase dirigente colombiana, Álvaro Uribe Vélez, es decir que libraba un combate en la cumbre, y Petro, solamente se enfrentaba a su pupilo, Juan Manuel Santos. Y el hecho de que el candidato del Polo apenas obtuviera la mitad de sufragios que Gaviria tampoco es un misterio. Había casi tantos votantes del partido contrarios a que ganara como a favor. Cosas de partidos.

A pesar de que en la neo-formación de los Verdes hay pesos pesados con imán popular como los ex alcaldes Sergio Fajardo, Lucho Garzón y Enrique Peñalosa, a Mockus no le va a ser fácil transformar un sufragio en el que hay mucho uribismo sociológico en un partido de oposición. Y, seguramente, convendría que los próximos años sirvieran para reconstruir un sistema de partidos que el huracán Uribe devastó. Aunque liberales y conservadores querrán seguir existiendo como estructura, la inmensa mayoría de sus votantes corresponderían hoy a una  nueva formación liberal-conservadora bautizada como se quiera. ¿La U de Santos, el Cambio radical de Germán Vargas? Lo que fuere, pero derecha democrática; la propuesta ‘verde’ estaría, quizá, más anclada al centro; y la izquierda la integraría un Polo que se extendiera hasta el ala progresista del liberalismo y que aclarase mejor lo que no le gusta de la lucha armada y los socialismos del presente siglo.

Una nueva estructura de partidos, ideológicamente reconocible, con programas modernizadores, viables, y sociales parece un sine qua non para que un día más de la mitad de los colombianos piensen que vale la pena votar.

 

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