Motivaciones y trabajo mental

Antonio Casale
25 de agosto de 2017 - 04:27 a. m.

Brasil y Venezuela son los rivales contra los que Colombia podría sellar su clasificación. El primero está eliminado y el segundo clasificado. Cualquiera podría pensar que para ellos son partidos amistosos, lo cual facilitaría el trabajo de los nuestros. Nada más lejano de la realidad.

Para Venezuela, lo sabemos bien, el partido contra Colombia es el más importante de la eliminatoria. Es un partido aparte, es su clásico regional, el de salvar la campaña. Pero más allá de eso, su entrenador, Rafael Dudamel, está consolidando la base de los próximos 15 años. Construye la estructura a partir de la selección sub-20 finalista en el reciente mundial de la categoría. En ese sentido, sus jugadores se juegan en cada partido su presencia en la selección de cara al futuro, lo que les representaría en lo colectivo la gloria y en lo individual una carrera exitosa en lo económico. En cada juego está de por medio su futuro y por eso salen con el cuchillo entre los dientes. Pero no tienen la misma obligación de Colombia por ganar.

Para Brasil, el de Colombia será uno de los primeros partidos de preparación para el Mundial. El pentacampeón se toma muy en serio la posibilidad de revancha tras lo sucedido en su casa en 2014 y de la mano de Tite ha venido recobrando la alegría de su fútbol. Ellos están por primera vez en mucho tiempo en curva ascendente y eso les aporta seguridad en su desempeño. A eso hay que sumar que su arsenal de jugadores, comandados por Neymar, Coutinho, Gabriel Jesús y Marcelo, hace parte de lo más selecto de la élite del fútbol. En cualquier escenario son motivo de preocupación para los rivales. Para ellos es suficiente motivación saber que una victoria en Barranquilla afianzaría esa seguridad emocional colectiva, tan necesaria para buscar su sexto título mundial. Pero tampoco tienen la misma obligación de los de Pékerman por ganar.

Colombia, por el contrario, tiene el deber de gestionar la presión que supone jugar contra equipos liberados de cualquier necesidad en torno a conseguir el tiquete al Mundial, como lo son Venezuela y Brasil. Sin duda son escenarios diferentes a los rutinarios, en los que se juega contra equipos que tienen las mismas motivaciones.

Más allá del plan táctico que Pékerman debe tener claro para los dos partidos, si Colombia quiere clasificar lo antes posible, tendrá que trabajar en lo mental. Los dos rivales saben que la presión la tienen los nuestros e intentarán demostrárselo en la cancha. Es ahí donde la experiencia de Ospina, Falcao, Sánchez y Cristian Zapata debe salir a relucir. Colombia tendrá que ser el propositivo, rol que no siempre le ha venido bien. Deberá tener previsto que si se cierran los espacios en la cancha no se pueden cerrar las ideas en la cabeza de los jugadores.

Dadas las motivaciones tan disparejas, los dos partidos tendrán un alto componente emocional que puede definir las contiendas, dependiendo de la manera como se afronten desde lo mental.

 

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