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Mucho alcohol poca conciencia

Diego Aristizábal
28 de julio de 2013 - 10:00 p. m.

Recuerdo que en la película “Tinta roja”, basada en el libro de Alberto Fuguet, Alfonso Fernández, un joven practicante que trabaja en un periódico amarillista debe ir a cubrir la muerte de alguien en la calle.

Cuando llega se encuentra con Roxana, una experimentada periodista que cubre policiales. El joven lamenta la muerte del hombre que estaba en el carro mientras la avezada periodista lamenta mucho más la desgracia del pobre suicida que al saltar de un edificio cayó sobre un carro y mató al conductor. “Eso sí es ser uno muy desgraciado, intentar suicidarse y quedar vivo. Y como si fuera poco, acabar con la vida de una persona que no esperaba su muerte”, dice la mujer. 

Por alguna razón pensé en esta escena a raíz del trágico accidente del 12 de julio donde murieron dos mujeres en la calle 26 con carrera 30 por culpa de un conductor borracho. “¡Yo los maté!.. ¡Yo debí morir!... ¡Yo no quería matarlos!... Me tiré la vida y la de mi familia, yo nunca había hecho nada malo en la vida…Yo sólo me tomé cinco tequilas”, dice el joven Fabio Salamanca.(Semana, julio 22). 

Una situación semejante conmueve, aquel joven, sin duda, es un desgraciado. Quedar vivo es, tal vez, su peor castigo.El asunto es que a diferencia del suicida que salta y corre con la mala suerte de matar a alguien, este joven que se tomó “apenas” cinco tequilas sí pudo prevenir este accidente, sí pudo evitar conducir a 160 kilómetros por hora cuando presentaba grado tres en la prueba de alcoholemia.

Algunos dicen que no sabemos en qué momento podemos acabar con la vida de otro, pero cuando hablamos del alcohol sí sabemos: se previene no manejando. La decisión es simple. Ese asunto de que no pensó el giro que podía tomar su vida es una justificación errada del destino. Todavía recuerdo aquel comercial de televisión que mostraba a un hombre borracho con una mujer en sus brazos. El hombre desesperado decía: “La tengo viva, la tengo viva…” Mientras caminaba los televidentes veíamos la magnitud del desastre, las voces de otras personas que se acercaban y preguntaban ¿qué pasó?, ¿está muerta? ante un carro destrozado. Luego una voz en off dejaba un mensaje clarísimo: “Si va a tomar no maneje, entregue las llaves”.

Algunos criticaron el comercial por crudo pero ante estos casos las cosas tal vez tengan que ser así, la cuestión es que no podemos estar esperando a que un comercial, nuevas campañas, nos hagan conscientes de lo grave que es manejar en estado de embriaguez. Los comerciales no pueden quedarse eternamente advirtiendo el drama que pueden generar nuestros actos. La conciencia del hombre tiene que ser más fuerte que esas terribles decisiones que se toman y comprometen la vida de otras personas.

Lo curioso es que uno supondría que ante estos accidentes que impactan tanto a la sociedad los conductores pensarían distinto, no manejarían ni siquiera después de hacer gárgaras con Listerine, pero qué va, nada más entre la noche del viernes y la madrugada del sábado la Policía de Tránsito de Bogotá sorprendió a 228 conductores bajo los efectos del alcohol. Lo más grave es quemuchos, cuando toman, están más pendientes de evadir el retén de la Policía de Tránsito, de no ganarse una infracción que de cometer un accidente. 

Este año 296 personas han muerto en Colombia por culpa de los conductores borrachos. La pregunta es ¿por qué sigue pasando esto? Perfectamente podríamos parodiar a Joaquín Edwards Bello cuando dice: “En Chile no hay crímenes, sino destinos”. En Colombia pasa lo mismo; por eso, después de la resaca, después de los hechos desafortunados, las billeteras se abren (el dolor con dinero duele menos, como dicen), la casa sirve como cárcel, los abogados se las arreglan para que todo sea un asunto menor y las noches quedan a la espera de que algo peor vuelva a ocurrir y nos conmueva un poquito más. El destino no puede seguir siendo la justificación de todo, ya es hora de que en Colombia manejar ebrio sea un delito como en Estados Unidos y Europa. El problema es que con nuestra justicia corremos el riesgo de que tengamos una ley más que no sabríamos cómo hacerla cumplir.

desdeelcuarto@gmail.com

@d_aristizabal

 

 

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