Naranja agridulce

Jaime Arocha
25 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

Debido a “Herencia de Timbiquí” hoy ese puerto del Afropacífico caucano hace parte de las músicas del mundo. El eje del ensamble artístico consiste en marimba, cununos, tambora y guasáes, fusionado con cobres, batería y teclado electrónico. A los músicos los acompañan estilistas, fotógrafos y relacionistas públicos, una verdadera industria naranja que en parte inspiró al corregimiento de San José y al Consejo Comunitario Amanecer Negro para que le formularan al Ministerio de Cultura un proyecto alrededor del mismo eje, pero con énfasis en ramas que se desprenden del mismo y realzan su sentido.

En la Institución Educativa del corregimiento erigen puentes entre personas mayores y sabias, y alumnos de bachillerato. Así, con sus 80 años, don Francisco Ocoró será responsable de talleres sobre la curación de dolencias mediante plantas que crecen en las orillas selváticas de los ríos de la región; casi contemporánea del señor Ocoró, la señora Timotea Loango motivará a los adolescentes para que se interesen por los cantos a vírgenes, santos y difuntos, así como por los autos sacramentales en riesgo. Por su parte, Antonia Pinillo, de 70 años, enfocará la cestería y Matea Gruesso y Melchora Pinilla mostrarán cómo eran “las caucanas” y otros juegos de antes con los cuales los niños se divertían en las fiestas patronales.

No será fácil que quienes han completado sus carreras ceremoniales mediante vivencias cotidianas opten por las normas de la educación formal, ámbito dentro del cual también deberán dar a conocer sus propias barreras éticas, como las que implican los secretos en el uso de ciertas matas. El sigilo salvaguarda a la comunidad de los biocomerciantes inescrupulosos que pululan por tratados de libre comercio que sesgan los derechos de autor a favor de los países del norte. Además, resguarda rezos que les dan poder a raíces, hojas y tallos. Los choques entre pedagogías se justifican por la urgencia de reclutar las generaciones de relevo a las cuales el conflicto armado desterró o eliminó. De ahí que a la iniciativa también la modele la sentencia 071 de 2015 mediante la cual un juez de restitución de tierras de Popayán dispuso que el corregimiento recupere y fortalezca la trama social y cultural de las comunidades y que el Ministerio de Cultura también protagonice esa reconstrucción.

Las afectaciones negativas también tienen que ver con la proliferación de retroexcavadoras que extraen materiales auríferos a los cuales los mineros les aplican mercurio para separar el oro. El Consejo Comunitario es consciente de la devastación que han sufrido los ríos Timbiquí y Saija, de modo que para sus miembros el proceso de paz ofrece un respiro que deben aprovechar al máximo. Saben que esa oportunidad única puede ser efímera por las amenazas que los enemigos del acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc-Ep arreciaron desde las vísperas del plebiscito del 2 de octubre de 2016. Hoy esos opositores las hacen realidad dando de baja a líderes de derechos humanos, como sucedió el 19 de abril en Timbío con Gerson Acosta del cabildo indígena Kite Kiwe. Crímenes de cuya gravedad alerta Amnistía Internacional, pero frente a los cuales el Centro Democrático, como toda la derecha, guardan un silencio vergonzoso y quizá cómplice.

* Miembro fundador, Grupo de estudios afrocolombianos, Universidad Nacional.

 

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