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Las negociaciones entre Gobierno colombiano y Eln: cien días de empantanamiento

Columnista invitado EE
17 de julio de 2016 - 12:18 a. m.

Por: Luis Eduardo Celis*

Hace 100 días, el 30 de marzo se firmó en Caracas, la agenda, “Acuerdo de diálogos para la paz de Colombia entre el gobierno Colombiano y el ELN”, fue una firma, largamente esperada, unas negociaciones difíciles, que llevaron más de dos años de contactos, no pocas veces interrumpidos y que al ser anunciados, generaron la expectativa nacional e internacional, de que Colombia se enrutaba hacia la posibilidad cierta de cerrar este largo conflicto armado.

Pero el mismo 30 de marzo, el Presidente Juan Manuel Santos, fue enfático en su exigencia de que no se abriría la mesa en Quito, hasta que el ELN, no se pronunciara en el sentido de suspender la práctica de secuestro y liberar los secuestrados en su poder, esta fue una exigencia tomada directamente por el presidente Santos y presentada de manera categórica y reiterada en varias ocasiones durante las últimas semanas.

Es bueno preguntarse por qué el presidente Santos, asume esta exigencia, que se supone es parte de una agenda de negociaciones, desde la perspectiva del ELN, junto a otros “dolores”, como designa el ELN otras realidades humanitarias; desaparición forzada, homicidios de líderes, desplazamiento de población. Esta exigencia de suspensión del secuestro para poder iniciar el proceso de diálogos y negociaciones en Quito, puede entenderse como una “medida de aceite”, que hace el presidente Santos al ELN, para valorar cuanta disposición tienen, para avanzar de manera consistente hacia un acuerdo negociado.

En el gobierno Colombiano y por supuesto en el presidente Santos hay la valoración de que el ELN no tiene una firme decisión de emprender un proceso para salir de la guerra, leen de manera acertada que al interior hay una complejidad de posturas que han convivido por años, pero que de conjunto no hay una decisión firme, para emprender la salida negociada y construir un acuerdo que culmine con la transformación del ELN en una fuerza política civil.

La exigencia de suspensión de secuestro, para iniciar el trabajo en Quito, por supuesto que está afincada en lo sensible que es el tema en una sociedad que lo ha repudiado de manera decidida desde hace décadas, esto cuenta, pero igualmente es una jugada política del

presidente Santos, para tensionar el debate al interior del ELN y ver si son capaces de dar este paso o se quedarán en su formato de nada de gestos unilaterales.

El ELN, no vive del secuestro, pesa muy poco en sus finanzas, menos de un 10% de sus recursos provienen del secuestro, tienen otras fuentes más estables y menos desgastantes, pero a su interior, hay quienes piensan desde hace años, que debe haber una proscripción total del secuestro y quienes consideran que no deben dar ese paso, porque evidenciaría una concesión unilateral inadmisible.

Salir de este empantanamiento, no ha sido fácil, y todo parece indicar que no está próxima una solución, si las dos partes, gobierno y ELN, no ceden en sus posturas y es difícil que el Presidente Santos ceda en esta exigencia y el ELN, reitera semana a semana, que su delegación de paz está lista para viajar a Quito y señala que el incumplimiento y la falta de seriedad está en el gobierno y que ellos no están incumpliendo nada de lo pactado, en lo que formalmente es cierto, pero la realidad política es que la postura del Gobierno, con su exigencia de suspensión de secuestros, tiene un amplio respaldo social, político y en la comunidad internacional.

Mientras más pasa el tiempo, el proceso está más en riesgo de fracasar sin haber iniciado y no es poco lo que está en juego, no solo para Gobierno y ELN, sino para el país, que puede ver malogrado este impulso de cierre del conflicto armado, si no se logra un proceso con una guerrilla como el ELN, tan antigua y experimentada como las FARC, con quien la firma de un acuerdo global, es cuestión de semanas.

Fórmulas para salir de este empantanamiento existen, se pueden sentar de manera discreta y acordar sobre un amplio conjunto de posibilidades, enviando la señal, los dos, gobierno y ELN, que su interés mayor en un acuerdo negociado y que van a trabajar en ello de manera rigurosa.

El relog hace Tic-Tac, y pasados 100 dias desde la firma de la agenda en Caracas, no es bueno dejar pasar otros 100 días, el tiempo es finito para los dos, si quieren intentar construir un acuerdo de paz.

*Asesor de la Fundación Paz y Reconciliación

 

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