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Negocitos familiares

Iván Mejía Álvarez
01 de septiembre de 2012 - 11:00 p. m.

Luis Bedoya, tan celoso para alejar a los empresarios colombianos de la selección, ha resultado patéticamente pusilánime para ponerle coto al mercado que ha montado Pascual Lezcano, un agente Fifa, con el visto bueno de su suegro, el técnico argentino Néstor José Pékerman.

Al principio el asunto se manejó discretamente y el yerno no aparecía y no tenía importancia su presencia en el tinglado de la selección. Pero hace ya un buen tiempo que vienen sucediendo extraños comportamientos, rarísimas llamadas a jugadores y la última convocatoria deja un mar de dudas sobre el comportamiento de Pékerman y de su yerno.

Fue curiosa la citación a Juan Fernando Quintero para los partidos contra Ecuador y Perú, un chico bien dotado futbolísticamente pero absolutamente imberbe y sin experiencia. Lo curioso es que lo vendieron a Italia gracias a esa invitación. Claro, detrás de la operación está Pascual Lezcano, el yerno de Pékerman.

Resulta bien rara la convocatoria a Giovanni Moreno en estos momentos, un jugador perdido en China, del cual no se tienen noticias, al que no se le puede hacer seguimiento. La cercanía del empresario con la casa Kirchner, dueña de un porcentaje alto de los derechos del jugador, es fastidiosa.

Carlos Sánchez peleó con su empresario de toda la vida y ahora es apoderado por Lezcano, quien ya no se oculta y se le ve en el banco técnico del equipo, en los entrenamientos, en los hoteles, en los vuelos, en todas partes, con un aire soberbio y prepotente. Los jugadores ya saben que para llegar al combinado tienen que aceptar a Lezcano como su apoderado. Gravísimo y de mal recibo.

En el último Comité Ejecutivo de la Federación se tocó el tema y a Bedoya se le pidió por parte de algunos miembros que le pusiera remedio al tema. No está bien hecho, no es de buen recibo, que la selección se convierta en el negocio privado del empresario Lezcano con el visto bueno y la plena aceptación de su suegro, el técnico Pékerman.

A la selección deben llegar los mejores jugadores y no los futbolistas que estén en los planes de negocios del empresario y su suegro, quien no puede evadir la responsabilidad de los llamamientos y tiene que explicar por qué ha aceptado la presencia de Lezcano y sus “negocitos”.

La selección no puede ni debe manejarse para satisfacer los intereses de los empresarios. Bedoya tiene la obligación de cortar de raíz lo que dejó florecer y poner en su sitio a Pékerman y su yerno.

 

 

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