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Niños no deseados

Armando Montenegro
23 de febrero de 2014 - 04:00 a. m.

HACE TIEMPO LOS EXPERTOS ACEPtaron que la intervención educativa al inicio de la vida escolar, a los 5 o 6 años de edad, ocurre demasiado tarde.

A la luz de numerosas investigaciones comprendieron que, dado que los daños y descuidos en los primeros meses de vida son irreparables, es indispensable brindar atención integral a la infancia desde el mismo momento del nacimiento. Pero también esta atención, por más refinada que sea, puede ser tardía. La planificación y el aprestamiento de los padres para el nacimiento de sus hijos, en buena parte inexistentes en Colombia, tienen consecuencias definitivas en la vida de las personas.

Las encuestas muestran que dos de cada tres colombianos de las ciudades nacen al azar, por descuido, porque sí o “porque los mandó Dios”. Sólo el 36% de las mujeres de la zona urbana planifica su embarazo y este porcentaje es de apenas el 31% en la zona rural y aún menor entre las más pobres. Como resultado de lo anterior, uno de cada dos nacimientos es no deseado. Y lo peor es que uno de cada cuatro nacimientos es francamente no deseado o rechazado por sus padres. Así surgen el descuido, el maltrato y el abandono de los niños, incluso desde antes de que lleguen al mundo.

Una parte del problema se manifiesta en la proliferación de los embarazos de las adolescentes, especialmente las más pobres. En el estrato 1, casi el 20% de las adolescentes se embaraza. Este porcentaje es de sólo el 8% en el estrato 4 y aún menor en el 5 y el 6.

Entre los grupos más pobres, las mujeres tienen sus hijos cuando son demasiado jóvenes. En estrato 1 la edad promedio de la madre cuando tiene su primer hijo es de 20 años y en estrato 4 es de 25 años. Las mujeres de mayores ingresos tienen hijos, conscientemente, cuando ya han terminado su formación académica o su preparación para el trabajo.

Además, las mujeres más pobres también tienen más hijos que las de los estratos más altos. En estrato 4, en promedio, cada mujer tiene menos de un hijo en su vida, y en estrato 1 y en las zonas rurales cada mujer tiene tres hijos. Estos hechos tienden a reproducir las trampas de la pobreza y la miseria.

Y las familias, que debían proteger a los niños, se desbaratan muy pronto. Antes de cumplir 5 años, una tercera parte de los niños colombianos ya no tiene padre en su hogar. En el estrato 1, el porcentaje de niños con un solo padre es del 44%. En todo el mundo las guarderías y centros infantiles estatales llenan, así sea parcialmente, el vacío de las familias rotas.

Es indudable que, como un elemento clave de la lucha contra la pobreza, en Colombia se requiere una política masiva de planificación familiar y de educación a los padres sobre sus responsabilidades con sus hijos, especialmente dirigida a los grupos de menores ingresos. Los programas existentes para la primera infancia y el apoyo a los padres deberían ampliarse e incorporar, de manera explícita, este tipo de iniciativas que pueden evitar o mitigar los problemas que se presentan en los niños abandonados o maltratados en su gestación y los primeros meses de vida. Esta podría ser una de las tareas de un ministerio de la mujer y la familia, una entidad líder y abanderada de estos temas, en buena parte hoy ausentes de la vida nacional.

(Los datos de esta columna se tomaron de las investigaciones de la directora del CEDE, Raquel Bernal, sobre la primera infancia).

 

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