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No al impuesto a las bebidas azucaradas

Cartas de los lectores
11 de agosto de 2015 - 04:09 a. m.

Es una estrategia para aumentar los ingresos, disfrazada de medida de salud.
 
¿Por qué, si hay preocupación por el exceso de peso, no hay campañas de educación global sobre alimentación? ¿Por qué hacer creer que el azúcar en las gaseosas, jugos y tés es mala, pero el azúcar en los jugos caseros o en tantos otros alimentos no lo es? De manera parcializada y errada, los papás creen hacer el bien cuando prohíben las gaseosas a sus hijos, pero les dan jugos azucarados en casa y no los educan sobre las fuentes de calorías en sus alimentos.
 
¿Por qué no promover el consumo de frutas enteras? ¿Por qué no enseñar a escoger lo que se come? ¿Por qué no buscar que diferencie entre la comida habitual, del diario, y las comidas excepcionales? ¿Por qué no enseñar a las personas a ahorrar en lo posible evitando los excesos en las situaciones corrientes, para que puedan después disfrutar ciertos alimentos o bebidas en ocasiones especiales? ¿Por qué centrar los esfuerzos por mejorar la salud en las gaseosas, lo que genera la concepción errada de que lo demás es bueno? ¿Por qué no enseñar a nuestros jóvenes a racionalizar el consumo de calorías, pero hacerles caer en cuenta de que estas pueden provenir de ponqués, helados, postres, aderezos, papas fritas, arroz, pizza, pastas, frutas, pan, etc.?
 
¿Por qué no enseñarle a la gente que busque un balance energético apropiado y que haga 150 minutos semanales de ejercicio? ¿Por qué no enseñarles a negociar con ellos mismos, que si un día quieren comer algo rico en calorías o una bebida azucarada pueden hacerlo, pero deben descontar esas calorías de su necesidad diaria, o que deben aumentar su gasto energético? ¿Por qué no promover más ejercicio, usar escaleras, evitar en lo posible los ascensores, caminar al trabajo, bajarse del transporte público una estación o dos antes y terminar el trayecto caminando?
Satanizar algunos alimentos puede enviar la información errada de que son malos y de que lo demás es bueno. Y distrae del verdadero mensaje, la búsqueda del balance entre lo que se come y lo que se gasta.
 
La intención es claramente económica y la propuesta tiene muchos riesgos. Debe promoverse una cultura integral de ejercicio, de actividad física, de hidratación adecuada, de conocimiento de lo que se come y de decisiones inteligentes permanentes, más que la difusión de medias verdades.
 
El problema de aumento de peso en la población es muy real, y nos debe llevar a tomar acciones que lleven como mensaje principal  que lo que debe procurarnos es el balance energético apropiado.
 
Y hacer recomendaciones que puedan mejorar la calidad de vida de las poblaciones (sin demeritarla) y que permitan a las personas disfrutar el placer de una comida típica, de una bebida, de un jugo o de un postre. Con responsabilidad, conocimiento, y con lógica científica y humana.
 
Alvaro J Ruiz Morales. Bogotá
 
 
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