No matemos al mensajero: la “app”

Carolina Botero Cabrera
17 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

La discusión sobre aplicaciones (apps) y legalidad regresa: el Tribunal de Cundinamarca aceptó la demanda de MinTransporte contra Uber, pero no aceptó bloquear su app.

El uso de tecnología digital hace más económico acceder a contenidos y servicios a través de aparatos baratos y disminuye el costo de intermediación. Así elcosto de entrada a algunas actividades económicas cae dramáticamente y, por tanto, el conflicto entre el modelo de negocio establecido y el que surge está garantizado. Esto es lo que pasa en el transporte con Uber, en entretenimiento con Netflix y en hotelería con Airbnb. Regular para mantener el statu quo de los negocios predigitales no solo es retardatario, también tiene pocos efectos reales, pues la tecnología en el sector no desaparece (declarar Uber ilegal no lo sacó de las calles y sí avivó la caldera). Ahora bien, que no bloquearan la app es positivo, evita un precedente que afecta a apps en general.

Debemos estudiar el cambio que la tecnología provoca y atacar los efectos nocivos —como que Uber sí acentúa la precarización laboral. La app de Uber operativiza un modelo de compartir transporte que no es único. Aunque muchos asocian la “economía de compartir” (“sharing economy”) con el modelo de empresas como Uber, Netflix o Airbnb —cada una con sus particularidades—, hacerlo obliga a concluir que no son muy colaborativas. Estas empresas sí facilitan modelos de consumo colaborativo, pero ¿son plataformas colaborativas o “plataformas co-op”? Por ejemplo, en Denver una verdadera cooperativa que distribuye la propiedad y el control entre sus trabajadores es Green Taxi Cooperative, ella usa su app para competir con Uber en un negocio donde todos sus conductores tienen sueldo y prestaciones.

Y hay otros modelos como los sistemas de carro compartido facilitados por apps en universidades, empresas y otras comunidades. De estos hay varios en Bogotá. Su base no son las lógicas tradicionales de negocio sino la antiquísima idea de mutua colaboración que incluso se promueve oficialmente para mejorar movilidad urbana.

La diversidad es importante y defenderla pasa por entender que el problema no es la app, que cada sector debe revisar cómo integra la tecnología que la gente usa y cómo enfrenta sus retos.

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