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¡No pasa na!

Adolfo Meisel Roca
31 de agosto de 2012 - 11:14 p. m.

De los habitantes de Santa Lucía, Atlántico, se podrán decir muchas cosas, menos que no tienen sentido del humor. Hoy, 19 meses después de que se rompiera el jarillón del Canal del Dique y se inundaran esa población del sur del Atlántico, en la entrada del pueblo hay una valla que dice: Bienvenidos a ¡No pasa na!

También los jóvenes han tomado el drama en que se convirtió su vida después del 30 de noviembre de 2010 con filosofía caribe. Las paredes del semidestruido colegio de bachillerato, Institución Educativa Santa Lucía han dado paso al mamagallismo. En una de ellas se puede leer: Bienvenidos a la pesadilla-9°C. Al leer el informe sobre la situación de Santa Lucía, uno no puede sino identificarse con la ironía de su gente, pero sobre todo, solidarizarse con su tragedia, sin solución a la vista.

Esta no es la India en tiempos de los ingleses, así que la discusión pública de estos temas debería servir para atender oportunamente los problemas. Sin embargo, no entiende uno por qué, ante el evidente fracaso de las políticas de atención a las víctimas de la inundación de 2010 y la lentitud en la reconstrucción, la actitud de algunos sectores de la prensa local durante mucho tiempo fue el ‘tapen-tapen’, por qué siempre se termina culpando a los alcaldes, por qué las obras no arrancan; por qué, en fin, “¡No pasa na!”.

Para empezar, es evidente que las condiciones de vida de los habitantes de esta población son peores en la actualidad, que hace 19 meses. Al perder una parte de sus ahorros, enseres y capital de trabajo, así como de la infraestructura pública (colegios, puesto de salud, acueducto), su nivel de vida es hoy mucho peor. Como ya antes de la inundación el bienestar material de la gente era bastante precario, la situación actual es deplorable.

Hoy, 1º de septiembre de 2012, hay damnificados viviendo en frágiles albergues temporales a la espera de una solución al problema de la pérdida de sus viviendas. ¿Cuánto tiempo más estarán hacinados en un solo cuarto por familia? ¿Acaso nos conformaremos con ser una especie de Haica: Haití en el sur del Atlántico y la República Checa en el norte de Bogotá?

Hay varios lugares donde ya debería haber frentes de trabajo en Santa Lucía, pero donde “no pasa na”: las cuatro escuelas que quedaron en mal estado y no se han reconstruido, el puesto de salud que aún no se ha vuelto a construir, el distrito de riego, el tramo de la vía que comunica con Las Compuertas, que fue por donde se rompió el jarillón, todavía no ha sido asfaltado; tampoco se trabaja en las casas que se destruyeron con la inundación. Sólo hay una obra en ejecución: el arreglo del acueducto, con una inversión irrisoria de 1.118 millones de pesos.

Se ha dicho antes: “el problema de la reconstrucción del sur del Atlántico no es de plata”. El Gobierno central asignó hace tiempo recursos suficientes para atender la emergencia. El problema es de falta de decisión, de acción oportuna por parte de las entidades a quienes les compete la responsabilidad de adelantar esa intervención. Resignados, los habitantes de Santa Lucía han decidido rebautizar su pueblo: “¡No pasa na!”.

 

 

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