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No se apresuren

Santiago Montenegro
25 de octubre de 2010 - 02:56 a. m.

QUE ESTADOS UNIDOS ESTÁ EN UNA crisis económica muy severa, es cierto. Que ha visto languidecer el poder hegemónico que gozó después de la caída del Muro de Berlín, es también innegable.

Que ese país experimenta una grave polarización en sus clases dirigentes, a veces más interesadas en atacarse que en construir una visión para el futuro, parece igualmente incontrovertible. Que está enfrentando dos guerra en Asia, las cuales se han extendido mucho más tiempo y están consumiendo más recursos de los inicialmente anticipados, nadie lo puede dudar. Estos y otros problemas han debilitado a los Estados Unidos, pero de allí apresurarse a decretar su declive, como están haciendo muchos analistas, creo que es un gran error.

Porque hay poderosas razones estructurales para pensar que, muy probablemente, el siglo XXI también será de los Estados Unidos. En primer lugar, en este llamado siglo del conocimiento, Estados Unidos cuenta y contará durante mucho tiempo con las mejores universidades del mundo, las cuales, junto a centenares de centros de investigación, son verdaderas fábricas de ideas que se traducen en innovaciones en sus empresas, industrias y regiones. De las diez mejores universidades del mundo, ocho son norteamericanas y, entre las cien mejores, 53 también lo son (ARWU, 2010). Pero la segunda razón para sostener que Estados Unidos continuará siendo poderoso en el siglo XXI tiene que ver con la demografía. A pesar de que la generación del llamado “baby boom” está próxima a jubilarse, Estados Unidos continuará por mucho tiempo con uno de los contingentes de población joven más grandes entre todos los países. Eso es muy importante, porque los costos de mantener saludables y con medios para vivir a los viejos está representando un porcentaje muy grande de los recursos de los países. Como lo explica en un magnífico ensayo Ted. C. Fishman, en el New York Times, desde hace varios años, el capital del mundo está fluyendo hacia China y a otros países asiáticos, entre otras razones, porque quiere aprovechar los retornos más altos de su población joven. Pero China se está envejeciendo a pasos acelerados y será más vieja que los Estados Unidos en el curso de tan sólo una generación. Según Fishman, la gran pesadilla de China será volverse vieja sin haberse vuelto rica. Japón pudo llegar a ser un país desarrollado porque, hacia 1950, era uno de los países más jóvenes, pero hoy en día, de acuerdo con la mediana de su edad, es uno de los más viejos. Por el contrario, la tasa de envejecimiento de Estados Unidos es una de las más lentas entre los países desarrollados. Hacia el año 2050, la mediana de edad de EEUU subirá sólo tres años, a 40, mientras la mediana de Japón será 56 años y la de Europa Occidental será de 50. ¿Por qué razón? Por la inmigración de población joven, especialmente proveniente de América Latina. A mediados del siglo, Estados Unidos tendrá una población más vieja que la actual, pero será mucho más joven que la de todos los países desarrollados, más joven que la de muchos países en desarrollo y mucho más joven que la de China.

Con esas universidades y centros de investigación y con esa población relativamente joven, además de contar con instituciones fuertes y estables, que hacen que esa sociedad sea abierta a la inmigración, pero también a la circulación de las ideas, al debate, a la crítica, qué duda cabe de que Estados Unidos dará mucho de qué hablar en el siglo XXI.

 

 

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