No somos España

Santiago Montenegro
07 de agosto de 2017 - 02:00 a. m.

Hace unos días, un conocido analista argumentaba que Colombia va a incrementar en pocos años el ingreso per cápita, que está en unos US$8.000, al nivel que tiene hoy España, unos US$30.000. Cómo me gustaría creerle, pero infortunadamente las cifras no cuadran.

En el corto plazo, el PIB de España está creciendo a un 3 % per cápita, mientras Colombia lo hace en el mejor de los casos al 1 % (nuestra población crece alrededor de un 1 % y la de España no crece o decrece ligeramente). Aun suponiendo que el PIB per cápita de España no creciera, a Colombia le tomaría 132 años creciendo al 1 % para igualarlo. Alternativamente, tendríamos que crecer casi a un 7 % por año para igualar en 20 años el PIB per cápita que hoy tiene España.

Como están las cosas, ¿por qué Colombia no acelera su crecimiento? Son muchas las razones, pero una condición básica que tiene que cumplirse es que todos los agentes —personas, empresas, entidades— operen bajo las mismas reglas de juego e instituciones formales. En este sentido, compararnos con España sí es un ejercicio provechoso, porque estamos en vísperas de entrar a la OCDE, un paso que, en mi opinión, será el principal legado económico del gobierno del presidente Santos. Además, es un ejercicio muy útil porque tenemos cifras demográficas y laborales muy similares. La población de España es de unos 46,5 millones y la nuestra es de unos 47,6 millones; la población económicamente activa (PEA) de España es de unos 23 millones y la nuestra es de unos 24,5 millones.

Infortunadamente, este cuadro de similitudes comienza a cambiar cuando vemos las cifras de la seguridad social y de los impuestos. Porque, mientras en Colombia cotizan a salud y pensiones unos 7,8 millones de personas, en España lo hacen unos 18,1 millones: ¡diez millones más! Y la diferencia que es realmente dramática es el número de personas que declaran renta: en Colombia sólo lo hacen 2,1 millones, en tanto en España declaran renta 19,5 millones de personas. Esto tiene como consecuencia que allá los ingresos públicos son de un 42 % del PIB, mientras en Colombia son de un 22 % (incluye gobierno central y gobiernos regionales).

¿Qué explica estas diferencias tan drásticas? La informalidad que tenemos en Colombia. Por ejemplo, mientras la informalidad laboral en Colombia es de un 65 % de los ocupados, en España es sólo un 5 %. Con estos niveles de informalidad, además de la evasión y elusión, en Colombia muy pocas personas y empresas pagan impuestos y a los pocos que lo hacen les caen unas tasas de tributación muy altas.

Como el huevo y la gallina, ¿qué va primero? ¿Tenemos una alta informalidad porque nuestra economía es atrasada y el Estado es precario? O, al contrario, ¿es la elevada informalidad la que genera el bajo ingreso per cápita y la debilidad del Estado? En realidad, la causalidad opera en las dos direcciones. Pero, para efectos de políticas a implementar, lo primero que hay que hacer es conocer y aceptar el papel que juega la informalidad en este diagnóstico.

Nuestros gobiernos no pueden seguir soñando con que nuestra economía es tan formal como las de los países de la OCDE. Hay muchas políticas a ejecutar, pero el principio de solución comenzará el día que aceptemos luchar frontalmente contra los altísimos niveles de informalidad que tenemos.

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