Nos equivocamos

Los que pensábamos que el Mundial iba a ser fluido, con buen fútbol, que brindaría un espectáculo propio de una Copa del Mundo, nos equivocamos. Las selecciones favoritas no han revalidado ese rótulo y lo demostraron en sus respectivos debuts.

Aquí, en Brasil, es disímil la situación. Por un lado, no deja de existir pasión: todas las entidades gubernamentales negocian con sus empleados el tiempo laboral para que puedan ver los partidos. Sin embargo, pese a la fiesta previa, la tensión y la preocupación fueron los mayores protagonistas en las calles. Los de Dunga derrotaron a los desconocidos pero peligrosos norcoreanos. Ganaron con los dientes apretados y con un juego táctico. El fútbol bonito estuvo ausente y eso preocupa. Por lo único que hay tranquilidad es por la defensa y por el arquero, las mayores virtudes de Brasil. Todos esperamos que mejore de medio campo hacia arriba.

 Camerún no mostró aquello que siempre lo caracterizó en mundiales: su entrega, su garra y su disciplina táctica. Aquella filosofía de juego de los cameruneses, que supieron mostrar en Italia 90, está prácticamente obsoleta. Se vieron perdidos y sin identidad ante una ordenada selección japonesa.

Pienso que el exponente del fútbol africano ya no es la selección de Camerún. Costa de Marfil la relegó. Contra Portugal lo demostró. Los fuertes marfileños dominaron el partido, se desdoblaron rápido para atacar y defender en bloque. En tema de contundencia quedaron debiendo, pero es cuestión de que se adapten y que Drogba se recupere y se eche el equipo al hombro.

En cambio, Alemania sí supo revalidar su condición de favorita. Practicó un fútbol vistoso y fue muy contundente ante Australia, un equipo muy precario y que tiene sus días contados en Sudáfrica.

Las selecciones de Alemania y Argentina son los equipos que han mostrado lo mejor de la primera fase, cuando sólo ha transcurrido una jornada.