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Noticias del Vichada (II)

José Manuel Restrepo
19 de abril de 2015 - 02:00 a. m.

Hace Alfredo Molano, en una de sus más recientes columnas en este diario, una interesante descripción y recorrido entre el Meta y el Vichada, en el que va describiendo parcialmente poblaciones y lugares como Puerto Gaitán, el alto de Neblinas, La Cristalina, varios de los ríos de la zona y algunas otras regiones aledañas.

En dicho artículo rápidamente califica el impacto negativo que han tenido la agroindustria, los biocombustibles y también el desarrollo minero y de hidrocarburos en la región, para concluir que seguramente muchos habrán de protestar por ese concepto de “progreso” que sólo trae males a la región.

Como complemento al análisis de Molano, bien vale la pena decir que por muchos años ese mismo recorrido, que me permito extender en la ruta Villavicencio, Puerto López, Puerto Gaitán, San Pedro Arimena, El Viento, El Progreso y Tres Matas, ha sido escenario de violencia y de olvido, pero en especial de esto último, caracterizado en una ausencia del Estado.

Lo anterior basta comprobarlo en que para recorrer una vía de 100 kilómetros se necesitan más de seis horas de marcha forzada. Rutas en donde una sola lluvia puede aumentar en horas el recorrido, pero eso sí donde no faltan los anuncios del Estado de que la prosperidad está llegando. Algo similar podría decirse del sistema de interconexión eléctrico o de internet, que, por ejemplo, en la población de El Viento lleva a que se anuncie a través de carteles la llegada de internet, aunque dicha conexión no funcione desde hace varios meses. O decir lo mismo del nuevo megacolegio en la población de Tres Matas, que se anunció sería inaugurado a inicios de este año y que llevó, ante demoras inexplicables en su terminación, a que los niños del otrora colegio del pueblo hoy no tengan dónde estudiar, pues ya no tienen ni el colegio viejo ni el nuevo. O súmenle los puestos de salud en tres de estas poblaciones (El Viento, El Progreso y Tres Matas), que desde hace años no funcionan y obligan a pacientes de una apendicitis o cualquier eventual problema de salud que implique una intervención o procedimiento a desplazarse más de cuatro horas (si sobreviven) para una atención médica menor. 

Lo triste es que dichos centros de salud con médico a bordo funcionaban anteriormente, pero hoy por problemas puramente administrativos no operan. Algo similar finalmente debe decirse de los colegios, que con áreas y posibilidades extraordinarias de desarrollo de modelos de educación media técnica para el desarrollo agrícola, ven también recortes recurrentes en el apoyo para su operación.

Es la ausencia del Estado —que, eso sí, dejó en muy buen estado la cancha de microfútbol antes de elecciones— la que explica los fenómenos de ilegalidad, deterioro social, subdesarrollo y abandono, y no necesariamente es responsable la inicial llegada del sector empresarial a la zona.

Varios de los desarrollos en madera, palma, caucho y similares, así como el desarrollo en hidrocarburos, han generado ingresos adicionales en la región y han forzado al Estado a mejorar (así sea parcialmente) su presencia en la región. A pesar de todo, las estadísticas demuestran el crecimiento del “ingreso per cápita” en la zona a tasas significativamente altas, y las familias en la región reconocen signos iniciales de progreso social y de formalización laboral.

Sin embargo, ese desarrollo productivo hay que fortalecerlo y acompañarlo. Con más presencia del Estado en necesidades básicas (salud y educación), con el apoyo real a experiencias solidarias y sostenibles, como el Proyecto Gaviotas o la empresa Aguas del Vichada, pero también revisando la lógica absurda de la UAF, que en dicha zona es de 1.700 hectáreas por familia (que requieren más de $9.000 millones de inversión para poder operar productivamente en una tierra que no vale más de $3.000 millones) y que impide desarrollos productivos cooperativos y asociados por defender una perversa lógica de parcelas con diseconomías de escala e incapacidad para ser desarrolladas ante el monto de inversiones necesarias.

El progreso empresarial del Vichada no es el enemigo. El problema sigue siendo la incapacidad del Estado por responder a las necesidades básicas de estas regiones, y por permitir un desarrollo productivo eficaz, solidario y eficiente.

* jrestrep@gmail.com / @jrestrp

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