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Novedades de Albión

Hugo Sabogal
25 de septiembre de 2011 - 01:00 a. m.

Ha hecho su ingreso al mercado colombiano una nueva categoría de productos de alta gama provenientes de la isla británica.

Por si alguien lo ha olvidado, el nombre de Albión está íntimamente ligado a las islas que integran el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Y Gran Bretaña, a su turno, está compuesta por Inglaterra, Escocia y Gales, territorios —en especial los dos primeros— estrechamente vinculados al desarrollo y evolución de dos de las bebidas destiladas de mayor reconocimiento internacional: la ginebra y el whisky.

Traigo todo esto a colación porque, en las últimas semanas, ha hecho su ingreso al mercado colombiano una nueva categoría de productos de alta gama —procedentes de Albión—, que, a pesar de sus altos precios, están comenzando a hacer rápida carrera entre los consumidores colombianos.

Hace algunas semanas destaqué, en este mismo espacio, una nueva ginebra, Hendricks, que ha impresionado a los mercados por incluir, en su formulación botánica, dos nuevos ingredientes: el pepino cohombro y los pétalos de rosas de Bulgaria. No obstante su baja producción y limitada comercialización, Hendricks, propiedad de la casa escocesa William Grants & Sons, ha ganado adeptos en todo el mundo. Diseñada por Lesley Gracie y John Ross, Hendricks atrae por sus notas herbáceas, cítricas y florales y, además, se integra muy bien a la mezcla de agua tónica para preparar un trago largo, adornado no con limón, sino con una rodaja de pepino. Diferente, y eso la saca del montón. Yo, personalmente, la encontré aromática y atractiva y no pude dejar de impresionarme con su envase, una imitación de los viejos frascos medicinales de la época victoriana: grande, oscuro y redondo, de cuello bajo y estrecho.

Casi al mismo tiempo, la firma emblemática de la London Dry Gin, Beefeater, presentó en Bogotá su nueva Beefeater 24, una bebida sedosa, cítrica y herbácea, que incluye, como novedad, dos componentes que, hasta ahora, se habían mantenido alejados de la industria de los destilados. Hablo de tés.

La decisión de incorporar esta planta milenaria la tomó Desmond Payne, el maestro destilador de Beefeater, cuando estudiaba algunos viejos manuscritos de la compañía. Payne encontró que el padre de James Borrough, fundador de la compañía, se dedicaba, hace más de 100 años, al negocio del té, y así fue como decidió incorporar a su ya compleja mezcla de enebro, regaliz, semillas de cilantro, almendras y cáscara de naranja, entre otras, unos toques de té japonés sencha y té verde chino. El resultado es una ginebra sedosa, suave y discretamente perfumada.

Este tipo de estilo va muy en línea con la nueva tendencia en las bebidas destiladas, que buscan, con su descarga de fragancias, aumentar la complejidad aromática y gustativa para que el consumidor disfrute con pausa y poco afán, sin bajarse el líquido de manera indiferente.

Este desarrollo de la marca Beefeater, concebida como tributo a los guardias de la Torre de Londres, donde se atesoran las joyas de la realeza británica, corresponde al deseo de la marca de afirmar su espíritu eminentemente urbano. El hecho es que Beefeater lanzó su primera ginebra en Londres, en 1876, y desde entonces es la única de su categoría que sigue elaborándose dentro del perímetro urbano de la capital inglesa. La Beefeater 24 (en alusión a las 24 horas del día) espera convertirse, así, en una bebida de corte cosmopolita. Como complemento, la casa matriz ha utilizado una atractiva botella de cristal cuadrada, con un adorno de plantas repujadas y un fondo de color rojo.

La otra novedad de Albión es el whisky Gordon Highlanders de 12 años, perfilado para satisfacer las expectativas del consumidor latinoamericano. No en vano, el lugar elegido para el lanzamiento continental fue Colombia, uno de los países de mayor consumo de whisky en la región.

¿Qué tiene de especial el Gordon Highlanders? Su principal característica es la suavidad, factor que encaja muy bien con el paladar genético americano, predispuesto a favorecer el dulzor.

En esencia, el Gordon Highlanders es fruto de una compleja composición, elaborada por el maestro mezclador Brian Kinsman, quien fundamenta su trabajo en cuatro pilares: el primero es el uso de whisky de maíz (y no de cebada), que aporta sabores frutados; el segundo es la incorporación de no menos de 20 whiskies de malta de la zona de Speyside, en el norte de Escocia, caracterizados por sus sensaciones florales y de frutas blancas, como pera y manzana; el tercero es la utilización de roble portugués para el envejecimiento, tomando de aquél textura y complejidad, y el cuarto es la anexión de pequeñas cantidades de whisky ahumado de la zona de Islay, en el sur.

Como todos los productos con historia, la marca Gordon Highlanders hace referencia a un regimiento de infantería instituido a finales del siglo XVIII, en el norte de Escocia, que combatió en varias campañas bélicas europeas.

Tanto la ginebra Beefeater 24 como el whisky Gordon Highlanders confían en llegar al consumidor con una propuesta marcada de diferenciación en un mercado de destilados altamente congestionado y competido. En mi opinión, han logrado su cometido.

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