Nuestra locura

Fernando Araújo Vélez
09 de abril de 2017 - 01:30 a. m.

Nunca será tarde para la locura. Será cuestión de dos o tres segundos, “un diminuto instante en el vivir”, como cantaba Silvio Rodríguez; de salir a caminar por donde jamás hayamos caminado, y de soltar con cada paso uno de los miles de mandamientos que nos han impuesto, nuestra cédula y todos los documentos y contratos y los miles de recibos de impuestos que otros determinan con absoluta arbitrariedad. Pisotearlos. Romperlos, hacer una especie de hoguera con ellos y seguir. Serán 100, 200 y mil pasos, y mil heridas y otras tantas cicatrices, y seguir el camino hacia donde nadie nos espere y abstraernos ante cada piedra y ante cada flor. Será cuestión de sentarnos por ahí en un monte y ver la vida y el tiempo pasar, como si no tuvieran nada que ver con nosotros.

Ver la prisa y la angustia de los otros, de esos otros que son el infierno y fueron nuestro infierno, y vengarnos de ellos con nuestra quietud y una sonrisa de profunda indiferencia que les diga, les grite, que ya no hacemos parte de su estúpido mundo, que no cuenten con nosotros para volver a pisotearnos. Verlos, sí. Verlos destrozarse, traicionarse, clavarse puñales por eso que han llamado amor, y vivir en la trampa y de la trampa y confundir medios con fines. Nunca será tarde para la locura y para que nos llamen locos, simplemente porque decidimos alejarnos y comprender que el fin no son ni el dinero ni los horarios ni los diplomas ni el hogar, sino la vida misma y una obra, nuestra obra, aunque sea una obra de pura contemplación.

Nunca será tarde para desprendernos del vértigo, bajarnos del tren blindado en el que nos fuimos metiendo sin darnos cuenta, pisar el suelo y desaprender todo lo que nos enseñaron para luego empezar a aprender lo que nosotros mismos decidamos, y ser plenos con cada nueva verdad que descubramos, aunque luego la cambiemos una y otra y otra vez. Nunca será tarde para la locura, aunque hayan estigmatizado la locura y a algunos locos los llamen así para robarles su credibilidad. La locura será irnos de la cordura y seguir yéndonos. Irnos de las normas, de lo aceptado, de lo aprobado con sus infinitas variantes, todo basura, y seguir yéndonos.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

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