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Obama recargado

Marcos Peckel
23 de diciembre de 2014 - 11:25 p. m.

Rayos y centellas caían tan solo hace unos meses sobre la política exterior de Obama, a quien se le acusaba de indeciso, blando, incoherente y pacifista.

Sin embargo, está demostrando que ha desarrollado una doctrina clara en política exterior que le está comenzando a dar réditos, tras la política de “policía del mundo” instaurada por su predecesor, que legó las catástrofes de Irak y Afganistán.

“La nación indispensable” en palabras del expresidente Bill Clinton. En un mundo “desordenado” con múltiples centros de poder, Estados y organizaciones no estatales, EE.UU. se ha ajustado mejor que todos a su nuevo rol, permutando el unilateralismo de antaño por un colaboracionismo esencial, sumado a un realismo algo maquiavélico dejando que otros hagan el trabajo sucio, pongan los muertos y los recursos y se apersonen de los problemas. “Liderar desde atrás” como lo denomina el presidente. Calibrar cada situación desde distintos ángulos y tomar acción.

La doctrina Obama ha privilegiado el uso de la diplomacia exhaustiva, coercitiva y secreta, como en el reciente restablecimiento de las relaciones con Cuba y anteriormente con Myanmar. El acuerdo interino al que se llegó con Irán fue producto de meses de negociaciones secretas incluso antes de la llegada de Rouhani al poder. De lograrse un acuerdo definitivo en el nuevo plazo fijado con los ayatolas, sería este uno de los grandes logros de la política exterior de Obama que junto con el acuerdo con La Habana, constituyen hitos geopolíticos de primer orden.

El recientemente anunciado acuerdo climático con China fue igualmente el resultado de meses de negociaciones, que además sirve para generar confianza entre Washington y Pekín.

La caja de herramientas de Obama incluye también la aplicación de sanciones económicas graduales y dirigidas a “perturbadores del orden”, como en carne propia lo están sufriendo Putin por su aventura ucraniana y ahora Maduro y sus acólitos. Y finalmente el uso de la fuerza cuando no hay otra alternativa, como en la guerra aérea contra el Estado Islámico, empujando eso sí a kurdos e iraquíes a poner los muertos. Obama ha hecho también extenso uso de los drones contra el terrorismo en Pakistán, Yemen y Somalia, donde decenas de civiles muertos no son más que “daño colateral”.

Estados Unidos ha liderado además la lucha mundial contra el ébola de manera que ningún otro país podía hacerlo.

La política exterior de Obama no ha estado exenta de fracasos, comenzando por el perenne pantano que constituye buscar la paz entre Israel y palestinos. Pero incluso uno de sus percibidos puntos bajos, su declarada “línea roja” tras el uso de armas químicas por parte del régimen de Assad, resultó a los ojos de Washington positivo, pues Siria desmanteló su arsenal químico y Estados Unidos evito involucrase en un conflicto sin salida.

Más éxitos que fracasos en la política exterior de Obama y otros dos años para ratificarlos.

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