Ojo con…

Hugo Sabogal
07 de noviembre de 2007 - 04:51 p. m.

A quienes prefieren los vinos con temple, cuatro vinos disponibles actualmente en el mercado colombiano (o a punto de llegar) pueden generar los momentos de gusto y placer que todos buscamos a la hora de descorchar.

Están elaborados, realmente, para invitarlos a la mesa, pero sirven también para acompañar una animada conversación familiar o de amigos. En cualquier caso, dan tema para hablar, pues son obras de cuidadosa enología, que no pasan fácilmente desapercibidos. Son dos chilenos y dos argentinos, provenientes de bodegas jóvenes y de gran tradición.

Empecemos por las más tiernas estrellas en el firmamento vitivinícola del Cono Sur. El primero es el Chakana Reserva Cabernet Sauvignon 2004, procedente de una bodega con cortos años de vida (inició actividades en 2002), aunque posee viñedos con más de 30 años de vida. Este Cabernet Sauvignon esconde el encanto de ser un producto de altura, pues el campo se ubica en Agrelo (Luján de Cuyo), a 950 metros sobre el nivel del mar. Para su preparación, se escogieron las mejores uvas de la variedad, mediante una cuidadosa selección grano por grano. Después de su vinificación, pasó 12 meses en barricas de roble, consiguiendo un ensamblaje perfecto entre mosto y madera. El resultado es un vino de gran firmeza, pero sedoso y envolvente. Es sangre de una tierra sugerente y milenaria. Por algo sus jóvenes emprendedores argentinos, de origen italiano, bautizaron la bodega con el nombre de Chakana, que en quechua antiguo significa Cruz del Sur.

Pasamos ahora al norte chileno, más concretamente al Valle del Encanto, en la región de Limarí, a 400 kilómetros de Santiago. De allí proviene nuestro segundo vino, el Tabalí Reserva Especial 2004, un ensamblaje de Cabernet Sauvignon, Shiraz, Carménère y Merlot. Es una de las nuevas zonas productoras del país austral, cuyos viñedos se han convertido en un fascinante muro de contención frente al avance del mágico Desierto de Atacama. Al integrar cuatro variedades de prestigio, Tabalí obtiene un caldo intenso y complejo, altivo y elegante, henchido de atrayentes sabores y texturas. Este emprendimiento surgió a principios de los años 90 por iniciativa de la clásica casa San Pedro y del empresario chileno Guillermo Luksic.

Mucho más veteranos son los dos próximos vinos. El Reserva de Familia Carménère 2005, de Viña Santa Carolina, se confecciona bajo el amparo de una de las marcas chilenas más tradicionales. Con uvas originarias del Valle de Rapel, al sur de Santiago, se ha logrado este denso y agradable Carménère, cuyos vivos tonos rubí anticipan una pequeña orgía de sabores y aromas, donde predominan los frutos rojos maduros, con un fondo de especias dulces. Santa Carolina fue fundada en 1875, pero se mantiene alegre y joven gracias a un nuevo equipo técnico y enológico, encabezado por el talentoso Sven Bruchfeld.

El último elegido es el Humberto Canale Malbec 2004, procedente del Alto Valle del Río Negro, en La Patagonia argentina. Igual que la geografía del lugar, dominada por poderosos contrastes (inviernos gélidos, veranos calientes y noches frescas), este Malbec es concentrado e intrigante, con la impetuosidad propia de alguien que no quiere morir tan pronto (para un vino, como dice el escritor británico Hugh Johnson, la apertura de la botella es el principio del fin). Canale, fundada en 1909, se ha mantenido vigente gracias al perenne espíritu juvenil de sus propietarios. De taninos dulces y concentrados, este Malbec se hace provocativo e irresistible.

Son cuatro testigos de las profundidades del sur, que nunca defraudarán.

Más sobre vinos: www.hugosabogal.com

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