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Ojo con la industria

Columnistas elespectador.com
22 de septiembre de 2014 - 03:53 a. m.

El 5.4 % de crecimiento de la economía en el primer semestre es un gran logro en un entorno internacional todavía recesivo. Pero es muy preocupante lo que pasa con la industria.

En general las cifras de la economía colombiana dan señales de buena salud en un momento en que la mayoría de países no pueden decir lo mismo: Europa ha bajado su cifra de crecimiento esperado por debajo del 1%; Estados Unidos el pasado miércoles también lo redujo a una cifra cercana al 2.0% y América Latina, en conjunto, no subirá del 2.0.Mientras tanto en Colombia el crecimiento que esperamos para 2014 se sitúa en niveles del 4.5 al 5.0%.

Construcción (10.2% en el segundo trimestre) y servicios jalan la economía haciendo pensar que el segundo semestre podría ser mejor si tenemos en cuenta el impacto por la ejecución del presupuesto del gobierno en infraestructura. El incremento en la construcción, debido fundamentalmente a obras, no puede imputarse todavía a los planes de vivienda del gobierno (el sector creció solo 1.4%) y es de esperar que en el segundo semestre reaccione. Tenemos un buen ambiente para inversión y empleo pero existen sombras como el efecto que pueda tener el aumento de la tasa de interés en el desempeño general de la economía.

Es justamente ese factor, el saldo negativo en la balanza de pagos y el incremento de las importaciones, el que nos pone a pensar en los posibles escenarios que tendremos de mantenerse constante esa tendencia. La balanza cambiaria arroja, a septiembre 6, un saldo negativo de 3.361 millones de dólares. En este momento dependemos, en mucho, del precio y volúmenes de nuestras exportaciones de carbón y petróleo que permiten pagar lo que importamos. Nuestras reservas hoy (2.5 millones de barriles) con una producción cercana al millón por día podrían alcanzar, apenas, para seis años largos. ¿Y después?

El gobierno se ha movilizado y se escuchan solicitudes para utilizar tecnologías que nos permitirían incrementar las reservas. Por otra parte, se busca destrabar la expedición de licencias ambientales lo que augura un mejor futuro al descubrimiento de nuevos campos, bajo el principio de negar o expedir las licencias pero con prontitud, lo que es perfectamente razonable.

Parece absurdo que mientras nuestra hermana Venezuela, con similitudes geográficas etc., tiene las mayores reservas del mundo, 320 millones de barriles, las nuestras apenas lleguen al 8% de esa cifra por lo que la búsqueda de nuevos pozos se convierte en el principal reto del actual modelo en que se sustenta la economía.

Frente a estas perspectivas resulta imperativo observar a otros sectores sin dejarnos de mirar, otra vez, en el espejo de Venezuela dónde, a pesar de sus exportaciones de crudo, la inflación ha llegado a niveles del 62%, los más altos del mundo, siendo conocidos sus problemas de desabastecimiento: no todo es positivo cuando los países se acostumbran a importar todo porque resulta más “barato” que producirlo internamente.

Es indispensable, antes que sea más tarde, propiciar desde el Estado la transformación del aparato productivo, como lo ha señalado el joven director de planeación Simón Gaviria. En el momento la regionalización de políticas propuesta por la ministra de comercio y el rediseño del plan Vallejo, que pronto cumplirá 50 años, (importar insumos y bienes de capital descartando la sobrecarga e ineficiencia interna) siendo importantes no parecen suficientes. Hay que tenderle la mano urgentemente a una industria cuya dinámica en el primer semestre estuvo dos tercios por debajo del desempeño global de la economía. Ojo.


@herejesyluis 

 

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