Ah falta que hace el tren

El paro camionero tiene en jaque al país y el problema, dijo el vice, se salió de madre. En últimas, y como siempre ha sucedido y sucederá, al Gobierno le va a tocar transar porque las presiones lo tienen con el agua al cuello.

Y es que cuando existe un monopolio en el transporte que lo manipulan aquellos que van y vienen por las carreteras, que son sus mayores usufructuarios y a quienes además les están pavimentando vías, acortándoles distancias, construyéndoles viaductos y haciéndoles dobles calzadas, pues tienen la sartén por el mango y en este caso el mango también.

Desaparecida la navegación fluvial por el Magdalena y otros ríos, la única alternativa de transporte fue durante años el ferrocarril, que tuvo su cuarto de hora a mediados del siglo pasado, opción que fue perdiendo terreno hasta dejarla postrada, olvidada y desechada.

Sin embargo, ha ido renaciendo esta posibilidad, no con el éxito que se esperaba: Concretamente en el caso del primer puerto de este país, Buenaventura, que es tractomula-dependiente, el paro tiene colapsada su operación y las pérdidas son mil millonarias.

Y lo más paradójico es que desde hace tres meses el Ferrocarril del Pacífico suspendió sus operaciones argumentando que el Estado le había incumplido unos compromisos para poder realizar su labor.

La cosa entonces quedó en un Tongo le dio a Borondongo y la pelota se la pasan unos a otros, sin que haya una solución distinta a unas mutuas demandas y lo cierto es que el transporte por el medio férreo se canceló y al parecer no hay solución a la vista.

De haber existido esta alternativa, las cosas habrían sido distintas y hoy no estaríamos pagando el precio de no haberle parado las suficientes bolas al transporte por ferrocarril, que sale más barato y de por sí es más eficiente.

¿Cuánto nos demoraremos en revivirlo?