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Así es como destruyen nuestro país

Claudia Morales
15 de abril de 2016 - 02:42 a. m.

En menos de dos semanas el Gobierno nacional confirmó dos noticias que acabarán con dos ecosistemas de dos regiones del país: la construcción de la doble calzada Ciénaga-Barranquilla que destruirá lo que queda de la Ciénaga Grande de Santa Marta, y la explotación de petróleo en La Macarena que secará ríos y conducirá a la mortandad de su fauna y flora. En los dos casos, las investigaciones científicas y académicas han demostrado que los impactos son negativos para animales, vegetación y para las personas que viven en esas regiones.

Imagínese por un momento que usted es un pescador. La pesca no es solo su trabajo sino que del pescado vive su familia. Y luego piense que en 1967 usted y otros pobladores de la Ciénaga podían capturar pesca por 27.000 toneladas. Pero en el año 84, después de la construcción de la vía a modo de un dique que generó la tragedia ambiental más grande del país, usted y otros pescadores se repartían sólo 1.900 toneladas, sumado al hecho de que se perdieron 22.000 hectáreas de bosque de manglar.

¿Saben qué posibilidad de pesca va a quedar para usted y su familia, y cerca de 100.000 personas que viven allí si hacen la doble calzada que tanto defienden Vargas Lleras y su ministra de Transporte? Ninguna. Eso sin contar que entre los años 80 y 90, fueron invertidos en la recuperación de la Ciénaga más de 20 millones de dólares que con la nueva construcción quedarán borrados de un plumazo.

¿Quiénes son los más interesados en sacar adelante esa vía? Edgardo Navarro Vives, contratista de las vías de la Costa Caribe, y la familia del ‘Mello’ Cotes. Característica común: son de Cambio Radical. ¿Eso les dice algo, amables lectores? Ni a ellos ni al Gobierno les interesa ver que están repitiendo la tragedia de hace 50 años ni que sus acciones van a generar una enorme deuda social y económica con los habitantes de la Ciénaga.

Sandra Vilardy, profesora y doctora en Ecología y Medio Ambiente, opinó para esta columna lo siguiente: “La doble calzada es una necesidad real para mejorar el tráfico en esa zona, pero es aún más real la fragilidad del lugar por donde pasa: la zona norte del complejo de humedales costeros y el delta del Río Magdalena, designado como Reserva de la Biósfera”.

Para rematar, supimos gracias a un artículo en este diario de mi colega Felipe Morales, que la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, ANLA, le aprobó a Hupecol Operating la licencia para explotar petróleo en 150 pozos en un área de 30.874 hectáreas en el municipio de La Macarena. Allí están el famoso Caño Cristales, Caño Temblón, Caño Piedra, los ríos Lozada, Guayabero y Duda, entre otros. Fernando Iregui, director de la ANLA, firmó la resolución 0286 a pesar de que los concejales, el alcalde, la gobernadora del Meta, la senadora Maritza Martínez, ambientalistas, la directora de Parques Naturales y los propios pobladores se opusieron a ello.

Leí completa la licencia entregada por Iregui y hablé con seis expertos en estos asuntos, y me quedo con la literatura y sabiduría de quienes de verdad conocen de qué hablan y con eso me refiero a que la Anla nos ha engañado. Pero como eso no lo sabremos sino en muchos años, todos esos personajes que llegan a alterar las políticas ambientales pasarán a la historia en total impunidad mientras pienso que el país que nos están dejando no es el que quiero para mi hija. Y que es hora de pensar en acciones sociales activas, reales, no virtuales, para rechazar eso. ¿Me acompañan?

@ClaMoralesM

* Subdirectora de La Luciérnaga

 

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