Bájele a la soberbia, alcalde Peñalosa

Óscar Sevillano
05 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

Lo primero que debe hacer el Alcalde Mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, si en realidad desea que la revocatoria de su mandato no se convierta en una realidad, es entender que la campaña por la Alcaldía de la capital del país, se terminó en octubre de 2015 y deje de hablar como si aún estuviese compitiendo por el cargo.

Puede ser que hasta el momento los procesos de revocatoria de mandato que se han dado en el país, no hayan tenido éxito sobre ningún alcalde o gobernador, pero nada asegura que en esta ocasión, con el alcance que tienen en una ciudad como Bogotá el fenómeno de los redes sociales y las nuevas tecnologías en comunicaciones que Gustavo Petro y Jorge Enrique Robledo utilizan muy bien para difundir un discurso cargado de populismo, sobre el Alcalde Mayor de Bogotá se pueda estrenar esa figura, mucho más, cuando el mismo burgomaestre parece empeñado en buscar su salida del cargo.

Enrique Peñalosa puede tener muy buenas ideas para ponerlas en práctica sobre Bogotá, pero si no logra sintonizarlas con lo que los capitalinos esperan de su mandatario, difícilmente llegará al 2019 en el cargo de burgomaestre de la ciudad capital.

Los bogotanos esperan con ansias las soluciones en movilidad, y esto solo se hará realidad,  si se construyen un mayor número de vías y se amplían las que ya existen.

Peñalosa lo sabe y lo está proponiendo en su Plan de Desarrollo, el problema es que hoy día la ciudad no cuenta con los suficientes recursos para llevarlas a cabo y es justamente esta la razón por la cual se debe acudir a la venta de activos como la ETB y la enajenación de la Empresa de Energía.

No creo que sea muy difícil explicarlo a la ciudadanía, sin embargo el Alcalde se enreda en el discurso y termina hablando de lo que no se hizo en el pasado, recordando  a sus tres antecesores  y el caos en el que se encuentra la capital, cuando no es eso lo que los bogotanos esperan escuchar, entre otras porque lo saben muy bien y lo eligieron a él (Enrique Peñalosa), con el ánimo de que aporte desde su experiencia, las soluciones a los problemas que tiene Bogotá, no para que se dedique a hablar de  temas que la ciudad tiene que padecer todos los días y quiere superar.

Tampoco creo que sea muy difícil escuchar y atender lo que desde la ciudadanía se propone para que se proteja las reservas ambientales de Bogotá, una de esas, la Van Der Hammen. Puede ser muy buena la idea que tiene el burgomaestre, pero si los bogotanos se oponen, el alcalde debe dialogar con ellos, para entre todos buscar alternativas que enfrenten el problema que desde la Administración Distrital se quiere solucionar. No es imponiendo órdenes como se gobierna mejor, porque las cosas hoy, no son como lo fueron en el pasado y Peñalosa parece no entenderlo.

Ya veo  porque dicen que Enrique Peñalosa parece enemigo de sí mismo, porque cada vez que habla, en lugar de despejar dudas e inquietudes, deja  más insatisfacción en la ciudadanía, dándole gasolina a quienes desde antes de su posesión como Alcalde Mayor de Bogotá, planteaban la idea de revocarle el mandato.

Casualmente quienes propusieron la idea de su revocatoria antes,  durante y después de su posesión,  son sectores de la  izquierda representada por Gustavo Petro y buena parte del Polo Democrático, interesados,  no en el bienestar de la ciudad, sino en su  retorno a la administración de los recursos del  Distrito, el que consideraban como de su propiedad,  y al verse expulsados de él, con miedo a desaparecer de la escena política nacional, buscan afanosamente su regreso, valiéndose de los papayasos que constantemente suele dar el Alcalde Peñalosa.

El problema de Enrique Peñalosa no son sus ideas, ni siquiera su equipo, porque cuenta con personas idóneas para acompañarle en su administración, sino el mismo Peñalosa, que no comprende que la realidad del año 2017, no es la misma de 1998. Hoy  día la  gente no cree todo lo que se le habla  y fácilmente se puede verificar si los datos de lo que se dice en el discurso  son  ciertos o no.

Peñalosa no puede pasar por alto que en  los bogotanos aún existe la duda de sus títulos en el extranjero, sumado a la molestia que estos tienen por el no reconocimiento de proyectos que se iniciaron en la Administración de Gustavo Petro,   que han tenido continuidad en la actual, como por ejemplo algunos  planes de vivienda  de  interés social y de interés prioritario que el burgomaestre presenta  como suyos,  por lo que ha  obtenido rechiflas y abucheos de parte de los ciudadanos que lo han  acompañado en los  actos de entrega, lo mismo que el no reconocimiento a la gestión de su antecesor para adquirir los predios del Hospital San Juan de Dios, sobre el que la  Administración Distrital ha puesto en operación los dos primeros centros de atención prioritaria en salud (CAPS).

Enrique Peñalosa debe entender que hoy día no se puede subestimar a las personas, porque le puede suceder lo mismo que al presidente Juan Manuel Santos con el plebiscito, quien estaba totalmente convencido de que lo ganaría y sucedió todo lo contrario. 

Si no se cambia esa  actitud arrogante por una más humilde y no se le baja a la soberbia, el mandatario Distrital puede verse revocado de su cargo, no por ser mal alcalde, ni por robarse los recursos públicos, como si sucedió con la izquierda que ahora buscar sacarlo de la Alcaldía Mayor,  sino por subestimar a los electores de Bogotá.

No me cabe la menor duda del gran amor que Peñalosa siente por la ciudad de Bogotá. En nombre de ese cariño que tiene por la ciudad, le pido entonces que cambie esa actitud arrogante y soberbia, se acerque a la ciudadanía  y gobierne con ella. 

Ánimo entonces que eso no es difícil de lograr y usted lo sabe alcalde.

@sevillanojarami

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