Bitácora de viaje al Ecuador por tierra

Daniel Pacheco
03 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

El plural de cuy es cuyes. Si tiene hambre, vale la pena saberlo porque son roedores sabrosos, pero de poca carne.

Para despedirse con las más bajas expectativas de la patria, padezca una fila de tres horas en el paso de Rumichaca sólo por un sello al pasaporte. Había siete ventanillas y sólo dos funcionarios. Después de tanta espera, uno se merece al menos una requisa. El migrante terrestre tiene pocos dolientes en Twitter, y la ambigüedad del roaming internacional a pocos metros de la frontera no ayuda.

Ya es lugar común, pero en Ecuador las doble calzadas son de tres y cuatro carriles por sentido. Sin embargo, la que arranca en Tulcán, al otro lado de Ipiales, la ciudad fronteriza de Colombia, se transforma pronto en una vía regular de dos carriles hasta llegar cerca a Quito. Más que relativizar el progreso de la infraestructura del vecino, parece un testimonio acerca de hacia dónde mira Ecuador. No es al norte, excepto para aprovechar el dólar fuerte.

En Quito ya comenzaron las excavaciones para el metro subterráneo. Aparentemente, Bogotá será una ciudad de aspiraciones inferiores tanto en su pasado colonial como en su presente subtransmimoderno.

Curiosidad de una economía dolarizada: hay centavos sin moneda. No son centavos de dólar, de sucre o de nada. Son centavos a secas. El banco central de Ecuador no produce billetes (de hacerlo, sería una segunda Reserva Federal). Pero ante la necesidad de tener suficiente dinero de baja denominación para dar vueltas, y frente a la escasez de monedas de dólar, el banco central sí produce monedas de 1, 5, 10, 25 y 50 centavos. Con caras de próceres ecuatorianos, denominación, pero sin referencia al dólar. Un vacío de soberanía en el cobre pensarán algunos, pero respaldada al cien por ciento en papel verde.

Noticia del telediario en Quito el mismo día en que un policía fue asesinado en un atentado en Bogotá: hombre hallado muerto en un parque, se investiga si fue hipotermia, sobredosis de alcohol o una mezcla de ambas.

Un caso de genocidio precolombino: Yahuarcocha, que traduce laguna de sangre, queda cerca a Ibarra. Toma su nombre de la masacre de, se calcula, 30.000 personas del pueblo Caranquí al lado de la laguna, que se tiñó de sangre y se quedó con lo último de la de ese pueblo. Tras la victoria, los incas siguieron su expansión imperial hacia el norte.

En Ecuador se ven menos pobres, menos ricos, menos potreros y vacas, menos basura, más cultivos, más andenes y semáforos que en Colombia.

Si alguien aún las tiene, debería repensar sus ínfulas de superioridad nacional frente al vecino del sur.

@danielpacheco

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