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Brasil, paciencia y contundencia

Antonio Casale
05 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.

El martes se escribirá otro capítulo de la batalla entre Brasil y Colombia, tan frecuente en los últimos tiempos. Esta vez el equipo de todos tendrá que hacer algo diferente para obtener un mejor resultado.

Brasil juega alrededor de lo que quiera imponer Neymar. El del Barcelona es el que hace jugar a su equipo, pero también el que hace que el contrario deje de jugar y se ponga a pelear. Así fue en el Mundial, en Chile y en los Olímpicos. Ya es hora de que los jugadores colombianos entiendan que no pueden bailar al ritmo que proponga el 10 verdeamarelo.

No será extraño verlo simular faltas y provocando a los colombianos. Cuando Neymar se dedica a eso, su equipo lo secunda. Si él se tira al piso, los demás lo hacen; si él pelea con los rivales, los demás lo hacen también; si él pega, sus compañeros hacen lo propio. En cambio, si Neymar quiere poner a jugar a la pelota, normalmente lo dejan solo. En Ecuador, es cierto, contó con Gabriel Jesús como socio, por fin encontró a alguien que pueda aprovechar sus pilatunas con la pelota. Habrá que tomar recaudos.

Colombia no puede permitir que el ritmo del juego lo imponga Neymar, ni para lo uno ni para lo otro. Lo primero se logra ignorándolo, haciendo oídos sordos a sus provocaciones, pensando en el equipo propio antes que en el rival, evitando caer en el juego brusco, no protestando por las omisiones del juez ni pedir sanciones ante las simulaciones permanentes de Neymar. Colombia debe replegarse sin meterse en su propia área y aprovechar los espacios que Brasil otorgue cuando esté al ataque. La verticalidad, está comprobado, es la mejor arma de Colombia. Eso sí, hay que mejorar la efectividad con respecto a lo mostrado en Barranquilla contra Venezuela, cosa que por fortuna no ha hecho parte de la normalidad en los últimos años. Lo ideal sería tener la pelota por largos pasajes, pero, hay que reconocerlo, el equipo de todos no tiene jugadores para ese tipo de juego. Hay que entregarles la iniciativa sin meterse tan atrás.

La eliminatoria está muy cerrada. El partido en Brasil hace parte de los “perdibles”, lo cual, bien visto, puede liberar de presión a los jugadores para obtener un buen resultado allá, algo que significaría un gran golpe de confianza a favor en un torneo en el que los resultados inesperados marcarán las pequeñas diferencias a favor de los clasificados. Paciencia y contundencia, las claves.

 

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