Cartografía de un rostro

Álvaro Restrepo
18 de noviembre de 2016 - 02:07 a. m.

Dos retratos me han impresionado hondamente en los últimos días...

Dos retratos-espejos tremendos que me han confrontado con mi propia máscara: Glenda Jackson (The Guardian) en el papel del Rey Lear y Alfredo Molano (revista Semana) en el papel de... Alfredo Molano.

 

“El tiempo —devorador/escultor...

el implacable...(el asesino)—

el que pasó...

siempre una huella triste nos dejó...”.

 

Dos rostros, dos lienzos ya labrados, dos mapas imborrables... surcos profundos e insondables: escrituras, grafismos, muescas, cicatrices, huellas, palimpsestos... Rabia, sabiduría, desconsuelo, honestidad, perplejidad, valentía o coraje (¿son lo mismo?)... vidas comprometidas sin remedio con su propia coherencia y convicciones.

Glenda Jackson es un referente lejano y universal de rigor, fuerza, talento.

Alfredo Molano es presencia y voz cotidiana, conciencia, guía, vigía... gaviero, oteando el horizonte de este país nuestro que por momentos pareciera ir a la deriva... hacia el abismo de un finisterre irremediable. La profunda desolación que impregna el rostro de Alfredo Molano en este retrato de Juan Esteban Duque, no es otra cosa que su conocimiento también profundo de esta historia nuestra de sangre y oprobio. Al mismo tiempo, su devastación es hija paradójica de su amor, también muy hondo, por los prodigios y bellezas de nuestras gentes y nuestros territorios, que nos obstinamos en no ver, respetar, valorar...

La cartografía de su dolor: los ríos que recorren su rostro, las selvas y montañas... los cráteres de donde brota el magma de su tristeza.

Alfredo amó a mi hermana Mónica (q.e.p.d.). Fue su tutor en su tesis de sociología sobre el Pacífico, región que conocieron y recorrieron juntos muchas veces: “Dolor sobre dolor” fue el título del hermoso obituario que compuso para ella luego de su trágica partida....

Hoy, el mismo país que tanto lo ha herido y que lo lanzó al exilio, le reconoce a Alfredo Molano no sólo su entrega y su coherencia sino sobre todo su lucidez, su análisis certero —cordial y cerebral— su valentía y su coraje que, en su caso como en ningún otro, son sinónimos de luz.

 

* Director del Colegio el Cuerpo.

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