“The Crown”

Juan Carlos Gómez
21 de noviembre de 2016 - 03:00 a. m.

Hace apenas quince días Netflix estrenó a nivel mundial la serie The Crown y ya es un éxito de audiencia, comparable con House of Cards. A través de estas y otras series propias, Netflix se consolida como la amenaza más grande que enfrenta la televisión por suscripción.

Netflix y otras plataformas on line ofrecen miles de horas de series, películas y documentales. Televisión infinita para todos los gustos. La posibilidad de ver sin interrupción episodio tras episodio se ha convertido en una adicción. La calidad de los argumentos, actores de primer nivel, locaciones espectaculares y una cinematografía majestuosa, evidencian que la televisión vive una nueva época dorada.

Este boom se explica en buena parte en que la industria del entretenimiento ha redescubierto que la historia y la política son vetas que apasionan al gran público. Las nuevas generaciones leen muy poco y mucho menos sobre historia, entonces la aprenden a través de esas series y películas, a pesar de que muchas veces recrean el pasado con muy poco rigor.

The Crown es la historia del reinado de Isabel II de Inglaterra. La primera temporada de diez capítulos llega hasta los primeros años después de su coronación en 1953. La puesta en escena es magnífica en todo sentido. Se notan los US$12 millones que costó la producción de cada episodio de menos de una hora. El libreto es audaz, pues tiene la osadía de adentrarse en la vida íntima de la familia real y crear escenas de ficción —que resultan bastante creíbles— sobre momentos claves de la política de un país que empezaba a emerger de los desastres de la Segunda Guerra Mundial.

Entre las licencias que se dan los libretistas de la serie está la de caracterizar al primer ministro Winston Churchill como un viejo oportunista aferrado irresponsablemente al poder. Mientras tanto, a Felipe de Edimburgo lo pintan como a un abnegado príncipe consorte que desde el inicio del reinado de su esposa hizo todo por acercar al pueblo a la monarquía, como cuando se le ocurrió que la BBC televisara la coronación en Westminster. Se perdonan esos descaches; son una forma de desmitificar la historia.

@jcgomez_j

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